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La entraña literaria y el compromiso social

Fernando Acuña

7 de febrero, 2011

Las  he visto, convertidas en diosas de los versos estelares de Neruda, junto al huerto húmedo del Parral chileno. En el único lugar del mundo donde, la luna andina  se besa con la nieve, en  las alturas silenciosas de los Andes. Las he visto cabalgar en  la guitarra legendaria y sedienta del gran Silvio. Mujeres de caudillos, mujeres de poetas, mujeres de filósofos. Abuelas. Matriarcas de la historia. Pero ninguna de ellas me ha seducido tanto como aquella  escritora francesa, la más belga de todas, por haber nacido en Bruselas, un 8 de junio de 1903. Marguerite Cleenewerck de Crayencour. La grandiosa, la  única :Yourcenar.

    Dueña absoluta de dos magias: la del conocimiento erudito  y la palpitante prosa,  nos heredó, entre otras, dos obras singulares: Memorias de Adriano y Opus Nigrum. Yourcenar  era una hechicera de la inteligencia y la rebeldía. Sus obsesiones  por  el amor, la muerte  y la libertad forman  una columna vertebral, a lo largo de su  vida literaria y existencial.

    Es el atardecer. Sobre mi escritorio, las  dentelladas del reloj, devoran el espacio de libros desordenados. Pero con gusto enfrento  los  latidos invisibles del tiempo, para hablar de dos mujeres singulares, que se han unido en la sensibilidad  de sus  patrones vivenciales. Y  seguramente darán mucho de qué hablar,  y  de que escribir, con el poderoso despliegue cultural de  sus talentos: Libertad  García  Cabriales  y  Cristina Rivera Garza. Liby es historiadora, filósofa del agro mexicano y de  ese espíritu de  surcos, entretejidos a los cañaverales. Es dueña de una sonrisa dulce y de un filo pensante, que  abre un camino entre  las aguas de la apatía, y nos invita a compartir  sus mil y una lecturas.

  Cristina por su parte,  se hizo poderosa, en el silencio de una vocación espartana, leyendo libros técnicos, ayunos de metáforas. Su padre  era ingeniero agrónomo. Poeta, historiadora y socióloga, esta mujer  de mirada tímida,   es la dueña del camuflage perfecto para  apoderarse de nuestro interés por  sus lecturas entretejidas en el tiempo.  

     Recientemente,  la autora  de, “Nadie Me Verá Llorar”, estuvo en Victoria para  dictar una conferencia excepcional. No tuve la oportunidad de estar ahí. Pero me encantó uno de sus artículos publicados  en Diario Milenio, titulado: “El Estado sin Entrañas”.

    En dicho  trabajo periodístico, elaborado con  un estilo depurado,  Rivera Garza  cuenta la historia de una mujer  enferma, que le escribe una  ó varias cartas angustiosas, y angustiantes  a  un gobernador bajacaliforniano, en las postrimerías  del gobierno encabezado por el General Lázaro Cárdenas.

    Presintiendo el final de su existencia, la mujer  luchaba  en vida, por  proteger su cuerpo, por  poner a buen recaudo sus entrañas.

----No quisiera que hicieran autopsia de mi cuerpo, después de muerta. Pido a usted señor gobernador, interceda por mí, con su valiosa influencia, que me den sepultura en algún Pabellón, sin que mi cuerpo lo reduzcan a cenizas.

“Al entender  de una mujer de avanzada edad y sin familia  a la cual recurrir--escribe Rivera---, ese destino final, no era una  ni una cuestión de honor, ni meramente personal, en sentido estricto. Sus entrañas eran una cuestión de Estado.

  Esas parecen  ser  las larvas  de aquellos cuerpos  gobernados por el Estado  emanado de la Revolución,  después  convertido  en Estado Benefactor, bajo  el esquema gatopardista, de cambiar para seguir iguales. Un  proceso  de descomposición política  y social que encuentra su punto más  crítico, con el Estado neoliberal  y  su violencia de cuerpos desintegrados.

-----El Estado Neoliberal, remata  la escritora tamaulipeca,  hasta ahora dominado por gobiernos panistas, pero de ninguna manera limitado a esa tendencia partidista, no  ha establecido relaciones de mala entraña con la ciudadanía; sino algo todavía a la  vez peor y más escalofriante: el Estado  Neoliberal, estableció desde sus orígenes, relaciones sin entraña con sus ciudadanos.

    A  los planteamientos  aquí vertidos por  Cristina,  yo agregaría algunas reflexiones que me parecen pertinentes:

En primer lugar, el brutal   e inhumano sistema  Neoliberal, entendido  no solo como un modelo económico fundado en los macro análisis  de la banca internacional, sino  como todo un rostro  masacrado de la vida social, y degradación familiar en éste país,  fue fundado por los gobiernos del PRI, y  más específicamente  por  Carlos Salinas de Gortari, desde el gabinete de Miguel de la Madrid.

    Y consolidado ya como el señor de Los Pinos, Salinas les robó el programa derechizante a los  panistas. En  realidad  Fox  y Calderón son hijos contrahechos de ese amasiato entre el PRI  y el PAN  que ahora se vuelve en contra del primero, en medio de un crudo pragmatismo, donde las ideologías son también   cuerpos   de ideas cercenadas, abatidas por  la ambición del poder por el poder.

  Cuánta  razón le asiste  a Cristina  Rivera Garza, (quien ha  hecho de la literatura, una herramienta  de  compromiso social), cuando  afirma que, las relaciones del cruel sistema económico actual, con sus ciudadanos, carecen de entrañas.

    Son lazos insensibles, fríos, imperturbables, fundados solamente en   el pulso bursátil, alejado del clamor colectivo, arrumbado en un abismo de familias disfuncionales: carentes de empleo, sujetas a salarios  paupérrimos.

  Para  las mujeres,  el concepto de la entraña, tiene un valor especial, porque  desde su interior, germina la vida. Pero hay mujeres que van mucho más allá de ese divino  acto materno. Y dan a luz,  ideas que  surgen desde  la entraña social. Es el caso de Cristina Díaz Garza. Y obviamente, el de Liby.

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