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¿Se pondrá la cara naranja?

Fernando Acuña

9 de febrero, 2011

Refulgen los  soles amarillos y jugosos. Son círculos de tiempo, carnosos y redondos; en el génesis de las semillas blancas y pequeñas, como  corazones de marfil, nacieron  los  primeros arbustos, en  las orillas de la tierra  americana. De sus gajos dulces como la lengua   que germinó en los templos devastados, brotaron  los primeros huertos, diseminados  en  valles  fértiles. Las naranjas.

      Ante sus constelaciones  flageladas  por los frentes fríos, surge la interrogante del mercado: ¿se pondrán caras..?  ¿Hasta qué punto, las tragedias del clima van a encarecer el fruto que amamantó   el origen de esta historia  de  colores vivos y  gustos, fundidos  en el tropel cultural de la Conquista?          

     Tamaulipas tiene una vocación naranjera. En Santa Engracia,  sus huertos  se visten con una explosión   de  azahares y  de fragancias. El Guayalejo  las arrulla  en sus riberas  llerenses, como  una  encarnación  de la alegría  visual, desatada en líneas  simétricas,  que le cantan al sabor de la existencia.

    Pero más allá de su historia, y de las peripecias en el impredecible callejón de las ofertas y demandas, ¿qué podemos decir hoy de la naranja..?  Ciertamente  su color llamativo  y singular, rebasa el  ámbito  de sus propiedades vegetales. Y se inscribe en el  entorno de  toda una cultura, instalada  en  el cordón umbilical  de la  ciudad nodriza: nuestra Victoria diaria, ataviada  del naranja y el azul  en la identidad de la piel universitaria.

     En  la UAT  se hermanan estos dos matices.  Se les puede ver ufanos,  apolíticos, cabalgando en la universalidad de la academia. La pasión de las masas se cocina aparte. El pueblo grita en el estadio, y sus alaridos de guerra futbolera, se nutren del naranja. El Correcaminos sigue invicto. Hay cierto orgullo anidado en la esencia de esta tonalidad energética  y creativa, que  ahuyenta las  percepciones torcidas de la vida.

    En  el actual sexenio, el naranja ha tomado  posesión de la primera esquina. Se ha convertido en el color emblemático del Tamaulipas que todos, y cada uno de nosotros queremos. Se le puede ver ya, desde ahora, presidiendo las  oficinas ejecutivas de la función pública en el estado. Luce el naranja, en franjas multiplicadas,  que bajan verticales por el pecho  de la fotografía oficial del gobernador. Pero, su presencia, va más allá  de una moda sexenal que se asoma al escenario del  poder y sus esnobismos coyunturales.

  El naranja en palacio, desplegado en la lealtad  y disciplina de  las corbatas del gabinete,  trasciende el mundo de las formas. Podemos  decir que  es dueño de un lenguaje propio, cuya principal  ventaja  se  basa en que,  no tiene  vínculos de pertenencia, más allá  de nuestro estado. En este sentido, en sus fulgores  cualitativos, el naranja egidista, desafía  a las camarillas  y facciones que  actualmente se despedazan,  de cara  a  la madre de todas las batallas del 2012.

  Es  decir, mientras que el mosaico  de azules, amarillos  y rojos,  se encuentran  enfrascados en una  guerra campal, de todos contra todos, el naranja avanza. Y al mismo tiempo observa  y analiza el escenario  de las confrontaciones.

  En  su momento,  el naranja  podría  ser  factor  decisivo, en el triunfo o en la derrota  de los contendientes. Su postura de  agente libre, es legítima  en un ambiente enrarecido por las traiciones,  las conjuras  y el doble fondo de un  cargamento político peligroso, en la antesala  de las elecciones presidenciales.

  El naranja navega con luz propia,  lo mismo en las aguas azules de  Los Pinos, que en el jardín enrojecido del peñismo. Su divisa    es  la de preservarse ante los ismos que definen las líneas de la guerra por el poder. Peñimos, calderonismos, pejismos, orteguismos.

     El color del sexenio tamaulipeco  se escapa  al encasillamiento. Al  mismo tiempo traza un estilo  y  un planteamiento que pareciera traducirse en lo siguiente: primero  Tamaulipas. Sobre esta base se fijaran las condiciones del destino político.

   Bajo semejante examen,  vislumbrando la profundidad de sus propósitos retomo  la pregunta original: en la oferta y  la demanda  de  la guerra por el poder…

…¿se pondrá  cara la naranja..?

--------LA CTM  Y SU VIDA  MUNDANA...BAJO  LA LUPA.

      La  llegada  de  funcionarios  originarios de la ciudad  de Matamoros, a la Secretaría  del Trabajo, podría  acelerar  el derrumbe  del  actual  dirigente  cetemista  en Tamaulipas, Edmundo  García  Román.  Se  sabe que entre  el  actual  Subsecretario  de esta dependencia,  Rafael González Benavides y  el poderoso jerarca  Juan Villafuerte  existe  una magnífica relación. El mismo  Secretario,  Raúl Cesar González se encuentra en la misma sintonía  de coincidencias.

    Por  lo pronto,  Mundo  ya está  escuchando  ruidos en  la azotea  cetemista,  pues  recientemente acaban  de  destronar  al cacique  sindical  de Altamira, perteneciente al sector petroquímico  Juan   Garza  García. En su lugar  ha quedado como interino su adversario, el sindicalista  del área de la  construcción   José  Vega Maldonado.

  Se dice que desde el gobierno estatal,  la cúpula  mundana no es bien vista, dado que, arrastra toda una serie de  desórdenes  en  el escenario laboral. En suma,  la CTM  en los tiempos de Mundo,  llevó a cabo toda una serie de enjuagues  y  triquiñuelas, alterando sensiblemente los factores  del  capital  y el trabajo. En la actualidad, ni los obreros, ni los empresarios están contentos. Se  acusa a  la  actual camarilla cetemista de corrupta..excesivamente mundana   y pecaminosa.

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