Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
9 de febrero, 2011
Refulgen los soles amarillos y jugosos. Son círculos de tiempo, carnosos y redondos; en el génesis de las semillas blancas y pequeñas, como corazones de marfil, nacieron los primeros arbustos, en las orillas de la tierra americana. De sus gajos dulces como la lengua que germinó en los templos devastados, brotaron los primeros huertos, diseminados en valles fértiles. Las naranjas.
Ante sus constelaciones flageladas por los frentes fríos, surge la interrogante del mercado: ¿se pondrán caras..? ¿Hasta qué punto, las tragedias del clima van a encarecer el fruto que amamantó el origen de esta historia de colores vivos y gustos, fundidos en el tropel cultural de la Conquista?
Tamaulipas tiene una vocación naranjera. En Santa Engracia, sus huertos se visten con una explosión de azahares y de fragancias. El Guayalejo las arrulla en sus riberas llerenses, como una encarnación de la alegría visual, desatada en líneas simétricas, que le cantan al sabor de la existencia.
Pero más allá de su historia, y de las peripecias en el impredecible callejón de las ofertas y demandas, ¿qué podemos decir hoy de la naranja..? Ciertamente su color llamativo y singular, rebasa el ámbito de sus propiedades vegetales. Y se inscribe en el entorno de toda una cultura, instalada en el cordón umbilical de la ciudad nodriza: nuestra Victoria diaria, ataviada del naranja y el azul en la identidad de la piel universitaria.
En la UAT se hermanan estos dos matices. Se les puede ver ufanos, apolíticos, cabalgando en la universalidad de la academia. La pasión de las masas se cocina aparte. El pueblo grita en el estadio, y sus alaridos de guerra futbolera, se nutren del naranja. El Correcaminos sigue invicto. Hay cierto orgullo anidado en la esencia de esta tonalidad energética y creativa, que ahuyenta las percepciones torcidas de la vida.
En el actual sexenio, el naranja ha tomado posesión de la primera esquina. Se ha convertido en el color emblemático del Tamaulipas que todos, y cada uno de nosotros queremos. Se le puede ver ya, desde ahora, presidiendo las oficinas ejecutivas de la función pública en el estado. Luce el naranja, en franjas multiplicadas, que bajan verticales por el pecho de la fotografía oficial del gobernador. Pero, su presencia, va más allá de una moda sexenal que se asoma al escenario del poder y sus esnobismos coyunturales.
El naranja en palacio, desplegado en la lealtad y disciplina de las corbatas del gabinete, trasciende el mundo de las formas. Podemos decir que es dueño de un lenguaje propio, cuya principal ventaja se basa en que, no tiene vínculos de pertenencia, más allá de nuestro estado. En este sentido, en sus fulgores cualitativos, el naranja egidista, desafía a las camarillas y facciones que actualmente se despedazan, de cara a la madre de todas las batallas del 2012.
Es decir, mientras que el mosaico de azules, amarillos y rojos, se encuentran enfrascados en una guerra campal, de todos contra todos, el naranja avanza. Y al mismo tiempo observa y analiza el escenario de las confrontaciones.
En su momento, el naranja podría ser factor decisivo, en el triunfo o en la derrota de los contendientes. Su postura de agente libre, es legítima en un ambiente enrarecido por las traiciones, las conjuras y el doble fondo de un cargamento político peligroso, en la antesala de las elecciones presidenciales.
El naranja navega con luz propia, lo mismo en las aguas azules de Los Pinos, que en el jardín enrojecido del peñismo. Su divisa es la de preservarse ante los ismos que definen las líneas de la guerra por el poder. Peñimos, calderonismos, pejismos, orteguismos.
El color del sexenio tamaulipeco se escapa al encasillamiento. Al mismo tiempo traza un estilo y un planteamiento que pareciera traducirse en lo siguiente: primero Tamaulipas. Sobre esta base se fijaran las condiciones del destino político.
Bajo semejante examen, vislumbrando la profundidad de sus propósitos retomo la pregunta original: en la oferta y la demanda de la guerra por el poder…
…¿se pondrá cara la naranja..?
--------LA CTM Y SU VIDA MUNDANA...BAJO LA LUPA.
La llegada de funcionarios originarios de la ciudad de Matamoros, a la Secretaría del Trabajo, podría acelerar el derrumbe del actual dirigente cetemista en Tamaulipas, Edmundo García Román. Se sabe que entre el actual Subsecretario de esta dependencia, Rafael González Benavides y el poderoso jerarca Juan Villafuerte existe una magnífica relación. El mismo Secretario, Raúl Cesar González se encuentra en la misma sintonía de coincidencias.
Por lo pronto, Mundo ya está escuchando ruidos en la azotea cetemista, pues recientemente acaban de destronar al cacique sindical de Altamira, perteneciente al sector petroquímico Juan Garza García. En su lugar ha quedado como interino su adversario, el sindicalista del área de la construcción José Vega Maldonado.
Se dice que desde el gobierno estatal, la cúpula mundana no es bien vista, dado que, arrastra toda una serie de desórdenes en el escenario laboral. En suma, la CTM en los tiempos de Mundo, llevó a cabo toda una serie de enjuagues y triquiñuelas, alterando sensiblemente los factores del capital y el trabajo. En la actualidad, ni los obreros, ni los empresarios están contentos. Se acusa a la actual camarilla cetemista de corrupta..excesivamente mundana y pecaminosa.