Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
12 de marzo, 2011
El coordinador estatal del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Marco Antonio Chapa Martínez, ofreció una conferencia de prensa en la que dio a conocer los resultados definitivos del Censo de Población y Vivienda 2010 que ofrece los datos duros sobre aspectos sociales, económicos y demográficos de Nuevo Laredo.
Son datos fríos que analizados adecuadamente permiten derribar muchos mitos tejidos a lo largo de los años y que aunque otros censos los derriban, con el tiempo resurgen.
Hace dos o tres lustros, había quienes pretendían convencer a medio mundo que Nuevo Laredo tenía una población cercana al millón de habitantes y pusieron el grito en el cielo cuando en el 2000 el censo nos dio una población de 355 mil 827 habitantes. Hoy el Inegi dice que somos 384 mil 033 y seguramente no faltara quien lo dude.
Esto nos recuerda que hace tres décadas un matutino local aseguraba en un triptico que su tiraje diario era de 70 mil ejemplares y entonces la ciudad tenía poco menos de 50 mil viviendas, contra 101 mil 841 de la actualidad.
¿Se acuerda como todavía hasta el año pasado nos atiborraron con propaganda que ofrecía obtener el certificado de primaria y secundaria en 15 días? Con esa oferta tan jugosa, se pensaría que en Nuevo Laredo tenemos miles de doctores en leyes, en letras, en antropología, en robotica, en geriatría etc.
La realidad es que el censo nos arroja que el nivel de escolaridad de los neolaredenses es de 9.0, es decir, secundaria terninada, lo cual no esta tan mal, pero está muy distante de aquel mundo mitico en el cual Nuevo Laredo exporta cerebros a todos los rumbos del globo terráqueo.
Durante la conferencia, el Coordinador del INEGI reveló que 95 de cada 100 niños de entre 6 y 14 años asisten a la escuela.
También comentó que del 100 por ciento de las casas que hay, 1.6 por ciento de sus moradores no participaron en el censo. Es decir, no accedieron a dar información, unos pretextando que no tenían tiempo, que estaban muy cansados. Otro porcentaje correspondió a casas ubicadas en zonas residenciales, donde sus habitantes viven aislados y no quieren interrumpir sus actividades ordinarias.
En otro tema, el nombre de Feliciano Guerra vuelve a sonar para ocupar un cargo político. Con ayuda de su padre, del mismo nombre, se anda moviendo para lograr una posición de lo que sea, que bien puede ser el PRI, la CNOP o por lo menos delegado del Comité Directivo Estatal del PRI en Nuevo Laredo.
El problema de este señor –que por cierto, fue regidor en el último trienio, para los que no lo sabían—es que no tiene presencia ni en el PRI ni en la CNOP ni en ninguna agrupación política pues toda la vida ha estado más interesado en participar en fiestas sociales que en el servicio público.
De hecho cuando fue regidor no supo aprovechar el puesto pues en vez de dedicarse a trabajar se dedicó a la pachanga, al grado de que terminó afectando su propia integridad. Hoy que su nombre suena, promovido por el mismo, hay quienes se preocupan de que una persona de este tipo pueda representarlos, porque creen que habría un retroceso.