Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
13 de abril, 2011
Si no hay sorpresas, este fin de semana, el PRI de Nuevo Laredo tendrá un nuevo líder que no será otro que Enrique Resendez Covarrubias.
Al nuevo dirigente le toca un reto harto difícil, pues enfrenta el proceso electoral del 2012 en el que los 83 mil votos del 2010 son un magnífico antecedente, pero no son definitivos. Mal haría el PRI en confiarse y pensar que su objetivo de votos arranca en los 83 mil votos, cuando todo mundo sabe que los candidatos presidenciales le pueden acarrear muchísimos votos al PAN y al PRD, aunque localmente las campañas sean pobrísimas, como sucedió en el 2000, en el 2003, 2006 y 2009. Ahora que si el PAN y el PRD se esfuerzan por tener buenos candidatos a diputados que refuercen al candidato presidencial, el panorama se enrarece.
A la nueva dirigencia, junto con sectores, organizaciones y la estructura territorial, le toca ponerse a trabajar muy duro para reafirmar y aún superar esos 83 mil votos.
El presidente municipal Benjamín Galván Gómez, se decidió por Enrique Reséndez, un joven empresario de 37 años, que llegará al PRI sin grandes dotes curriculares y tendrá que ser muy listo para convencer a los prisitas de que tienen que trabajar juntos en la elección que viene.
Reséndez llega al PRI y provoca desconcierto pues ante lo delicado de la elección presidencial pareciera que el PRI tendría que haberse decidido por un político de mucha experiencia, pero en cambio el alcalde lo coloca al frente del PRI quizá con el objetivo de que su dirigencia atraiga a la sociedad civil, tan puesta de moda en los últimos años.
Reséndez Covarrubias es hijo de Enrique Reséndez quien fue candidato a diputado federal en 1988 y ganó pero le hicieron de agua su triunfo. También es sobrino de Daniel Covarrubias Ramos, este sí diputado federal en 1994 y antes fue diputado local.
En materia jurídica México es muy copión de lo que se aplica en otros países. Ni siquiera en materia de amparo somos sobresalientes, por más que algunos teóricos opinen lo contrario.
Que copiemos y tomemos las experiencias que en otros países funcionan, no tiene nada de malo, pero casi siempre se copia mal. Pero además una cosa es lo que está plasmado en las leyes y otra lo que sucede en la realidad, donde no siempre hay concordancia.
Francia tiene su Código Civil, o Código Napoleón, vigente desde 1804, con muchas reformas, sí, pero vigente aún y sigue siendo modelo que se sigue en otros puntos del planeta.
Nuestra Ley Federal del Trabajo, que tiene como antecedente la de 1931, luego la de 1970 y con múltiples parches desde entonces, es una ley tan retrograda que más que reformarla, hay que abrogarla, quitarla, pues, y sustituirla por una nueva.
Hoy que se habla de una reforma laboral todo suena a mera pose partidista, a recurso electorero y mientras tanto, en el país se sigue incrementando el rezago laboral con un sistema de pensiones que sigue siendo insuficiente, con un salario mínimo que no cumple con lo que estipula la Constitución, con monopolios sindicales, con los derechos vulnerados de las mujeres, de los mayores de 35 años, de los niños, con discriminación hacia los grupos indígenas para quienes la ley no parece existir, con condiciones de inseguridad en los centros de trabajo que son funcionales solo en teoría, con un sistema de impartición de justicia que favorece más a los abogados que a las víctimas.
Uno de los aspectos más graves de este rezago laboral es el de los mayores de 35 años. Después de esa edad, la gente batalla para que le den empleo, porque los patrones creen que ese trabajador les va a dar problemas porque se enfermará de manera continua lo que lo obligará a pagarle sueldo y a tener un sustituto a la mano, que también genera sueldo.
En medio de todo esto, pareciera que el país no está preparado aún para una nueva ley laboral y que hacen falta otros 80 años para que entonces sí levantemos la mano y digamos: ¡Adelante!