Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
8 de junio, 2011
El martes último, un grupo de periodistas atendieron la invitación a un desayuno de la regidora Martha Chavira para festejarlos por el día de la Libertad de Expresión.
En pleno convivio llegó el agente aduanal Salvador Rosas Quintanilla y después hizo uso de la palabra para anunciar que busca ser candidato a diputado federal por el PAN, lo que evidenció el propósito real del desayuno.
Fiel a su estilo soberbio, Chava Rosas aprovecho para írsele a la yugular a todo mundo, incluidos los reporteros presentes a los que abiertamente les dijo que “por mil o mil 500 pesos mensuales, escriben lo que se les ordena la presidencia municipal” y les recomendó “siquiera pidan más. Es más yo les doy mil o mil 500 dólares, pero escriban lo que realmente pasa”.
También aprovecho para acusar a los regidores del PAN de “venderse por 45 mil pesos mensuales, olvidándose de tanta pobreza que hay en la ciudad. De paso también denunció que la gente del PAN lo está bloqueando para que no se le permita ser militante.
Total: fue el Chava bocón de siempre. El mismo que se jacta de ser amigo de todos los poderosos, pero raya en la ingenuidad, como ocurrió el año pasado cuando se aventó la puntada de anunciar que la señora Margarita Zavala vendría a su campaña a regalar despensas. También dijo que había conseguido que se bajara le precio de la energía eléctrica a la mitad, como si se tratara de alguna legumbre que cambia de precio según la temporada.
Rosas fue un pésimo candidato para el PAN y no lo decimos nosotros. Lo dicen las estadísticas. En el 2001, el PAN obtuvo 32 mil 369 votos con Heriberto Cantú y en el 2010, con Salvador Rosas, bajo su votación a 22 mil 340 votos. En esos 9 años, el padrón creció en casi 90 mil nuevos electores.
El año pasado, antes de ser candidato a la alcaldía, Rosas les dijo a los directivos del PAN que tenía listos 100 millones para la campaña, que solo les pedía ser registrado como candidato y que incluso no había inconveniente en que el partido propusiera a toda la planilla de regidores, pues estaba seguro de ganar. Días después, le dijo al Presidente del PAN, Alberto Bulás Villarreal, que los primeros cuatro candidatos a regidores tenían que entregarle 100 mil dólares y que además, tenían que entregarle una renuncia notarizada a la candidatura, para que en cualquier momento se les pudiera sustituir.
Bulás le contestó que los militantes del PAN tenían dignidad y que en los términos planteados por Rosas, optaban por no tenerlo de candidato. Rosas se fue al PRD y el entonces dirigente nacional, Jesús Ortega, vino a presentarlo como candidato a la alcaldía. El gusto le duro pocas semanas, pues Rosas terminaría siendo candidato del PAN con la bendición de César Nava, con el cual el agente aduanal se retrato, pero ya no en Nuevo Laredo, sino en la Ciudad de México.
En plena campaña Rosas tuvo serios problemas con el senador José Sacramento Palacios quien le reclamó por no gastar el dinero que se le envió para los gastos del proceso y en las siguientes horas tuvo que desembolsar 700 mil pesos, como anticipo de un contrato de publicidad.
Rosas podrá tener éxito en los negocios, pero es un pésimo publirrelacionista y peor político. Pero además el viejo sistema de alardear y prometer, ya no engaña ni a los bobos.