Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
25 de junio, 2011
Hay fechas que se quedan grabadas en función de los intereses y los gustos de cada persona.
Mañana, se cumple un año del crimen del doctor Rodolfo Torre Cantú y, como es natural, en los últimos días han surgido voces que exigen su esclarecimiento.
Vivimos en un país de incrédulos y pocos creen que el crimen de Rodolfo Torre pueda resolverse algún día.
Y es que vienen a la memoria fechas como la del 23 de marzo de 1994 en que ante cientos de personas y con varias cámaras de video grabando la escena, un hombre mató a Luis Donaldo Colosio y aunque al autor lo detuvieron y lo encarcelaron, nunca quedó claro qué motivo el crimen y hay quienes creen que el hombre que está preso fue suplantado y no es el Mario Aburto original.
Esta también aquel 22 de noviembre de 1963 en que uno de los presidentes más queridos de los Estados Unidos fue asesinado. El momento en que John F. Kennedy recibe los impactos quedó grabado en fotografías y en video, pero el misterio sigue envolviendo a todo este caso y el pueblo estadounidense sigue esperando que algún día se sepa toda la verdad sobre el mismo.
El 5 de marzo de 1953, José Stalin murió víctima de apoplejía y aunque en su agonía estuvo rodeado de perros fieles como Lavrenti Beria, jefe de la poderosa KGB, aún hoy se discute si en realidad fue asesinado por envenenamiento.
O esta aquel 30 de abril de 1945 en que la historia cuenta que Adolfo Hitler se quito la vida, de un balazo, en su bunker, minutos antes de que su esposa, Eva Braun, lo hiciera ingiriendo una capsula de cianuro. Después surgiría le leyenda de que en realidad se fingió su muerte y que huyo a Sudamérica.
Concentrándonos en los crímenes y atentados políticos de México, el misterio siempre los envuelve.
El 10 de abril de 1944, José Antonio de la Lama y Rojas, disparo contra el Presidente Manuel Avila Camacho, quien protegido por su chaleco anti balas, logro desarmarlo. Al fallido homicida lo llevaron a la penitenciaria, el Presidente dio órdenes de protegerlo, pero el hombre fue asesinado, por instrucciones de Maximino Avila Camacho, el poderoso hermano incómodo que abusaba del poder de su hermano para hacer negocios y que quería sucederlo. Maximino
Durante la Revolución todo fue desorden y muerte. Mataron a Francisco I. Madero, a Emiliano Zapata, a Venustiano Carranza, a Francisco Villa, a Alvaro Obregón y varios de los matones recibieron sus respectivas 30 monedas. Casi todos fueron crímenes fraguados desde el poder y envueltos en el misterio.
En las últimas décadas, basta con que un personaje asesinado sea famoso para que ese caso no se resuelva. O se resuelve, pero pocos creen que sea una resolución real. Ahí está el caso del conductor de televisión, Paco Stanley o el de Manuel Buendía, que con todo y detención de Rafael Moro Avila, sentenciado como autor material y José Antonio Zorrilla, como autor intelectual, el misterio en torno a las razones reales del crimen sigue siendo un misterio.
¿Algún día se resolverá el expediente de Rodolfo Torre? Esperemos.