Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
28 de julio, 2011
Cada vez que en Nuevo Laredo se anuncian apoyos para los que menos tienen, uno no puede dejar de pensar que eso es un síntoma de que sigue habiendo mucha pobreza, por más que de pronto surjan personajes pintorescos pretendiendo convencer de lo contrario.
Tan solo esta semana, el Gobierno Federal entrego apoyos de 1,250 pesos bimestrales a 265 familias y apoyos de mil pesos bimestrales a personas de más de 70 años. Son cantidades modestísimas que apenas les alcanzan para una cena en un buen restaurante, a una familia de clase media.
Por su parte del gobierno municipal entregó alrededor de mil becas a alumnos a los que se les pagan 150 pesos por mes si son del nivel primaria, 200 si son de secundaria y 300 si son de preparatoria.
Todos estos programas se sustentan en una realidad: hay gente cuyos ingresos son muy raquíticos y se hace necesaria la solidaridad del gobierno para ayudarlos a mejorar sus condiciones de vida.
Hace ocho meses, el anterior alcalde, cuyo nombre no vale la pena recordar, tuvo el cinismo de declarar que en Nuevo Laredo ya no existía pobreza, lo cual es una tremenda barbaridad.
Laredo, Texas, con todo y que tiene un desarrollo varias decenas de veces superior a Nuevo Laredo, sigue siendo catalogada, después de más de dos décadas, como una de las ciudades más pobres de Estados Unidos y si a ellos se les califica de pobres, ¿cómo nos calificaran a Nuevo Laredo?
Nuevo Laredo sigue siendo, después de 163 años de fundada, una ciudad de grandes rezagos sociales, que difícilmente se podrán resolver en las próximas décadas. Somos una ciudad, además, donde hay familias que todo lo tienen, y en abundancia, y otras que inician cada día sin saber a ciencia cierta cómo enfrentar sus problemas monetarios. Ni modo, esa una realidad que se multiplica por todo el país y así tenemos al hombre más rico del mundo y también tenemos 50 millones de pobres.
Mientras estos rezagos existan, seguirá siendo necesario que existan los programas sociales de los tres niveles de gobierno y aún del sector privado, para ayudarlos a mejorar sus condiciones de vida.
Para el que toda la vida se ha desarrollado en una residencia que ocupa una manzana de terreno, ha de ser penoso conocer a una familia que habita una casa de interés social de 60 metros de construcción, pero para esta familia esa casita de 60 metros es un palacio, comparada con el lugar en que antes vivía.
En otro tema, en estos días, son contados los regidores que se dejan ver en sus cubículos de la presidencia municipal. Uno de los que va todos los días es el síndico Benjamín Rosales Hernández y siempre tiene la atención de salir continuamente de su oficina para preguntar a la gente que está afuera de la misma que se les ofrece.
La mayor parte de los regidores andan de vacaciones y antes de irse algunos comentaron que necesitaban un descanso porque ya habían trabajando mucho, aunque la realidad es que si se les pagara a destajo, la mayoría no cobraría nada.
La mayoría abusa y no hace nada, porque sabe que no hay forma de reducirles el sueldo y prestaciones y sabe que aunque sean holgazanes, van a cobrar lo mismo que los que si trabajan.