Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
4 de agosto, 2011
Hay funcionarios que cuando son asignados al frente de una oficina pública, se dedican a trabajar con los recursos disponibles a la mano. Si el aire acondicionado falla, no se ocupan más que en pedirle a sus superiores que lo arreglen y quedan en espera de que su petición sea atendida. Si una puerta interior no cierra, así la dejan. Si en algún mueble hace falta un tornillo para que no esté flojo, así lo dejan. Si hacen falta utensilios para realizar el aseo, a lo más que llegan es a traerse de su casa una escoba y un trapeador de la época de la Revolución.
En cambio, hay funcionarios que cuando llegan a una oficina buscan trabajar con confort y comodidades, y no les importa gastar un poco de dinero propio para mejorar las instalaciones en beneficio propio, pero también de empleados y usuarios. Lo hacen convencidos de que si van a dedicar varias horas del día a la encomienda que se les ha conferido, lo mejor es trabajar en un ambiente agradable, aunque para lograrlo sea necesario gastar un poco de dinero propio, en espera de que el gobierno les reembolse esos gastos, para lo cual no hay garantía.
¿Cuántas oficinas hemos visto con muebles que se caen solos, con paredes sucias, mal iluminadas, con un clima deficiente? Y como de arriba no se autoriza presupuesto para realizar mejoras, el jefe no hace nada para cambiar el entorno en el cual se desenvuelve varias horas al día. No todos son así, hay casos en los que el titular busca trabajar en un mejor ambiente y si para lograrlo debe invertirle de su bolsa, lo hace.
Así hemos visto como en la Oficialía Primera del Registro Civil, el doctor Luis Onofre Hernández Madrigal de su propio peculio realizo algunas mejoras materiales, incluyendo el empastado de los libros de registro de nacimientos, defunciones, matrimonios y divorcios, algunos de los cuales estaban deshojados y se deshacían a pedazos. Esta oficialía cuenta con documentación del siglo XIX, de los años ochentas en adelante y es una información que debe estar en orden porque es parte de la historia de Nuevo Laredo.
Pues bien, en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, su titular Rosendo Ramos Ortega, llegó pintando las instalaciones interiores, colocando pasadores para que el público no entre a las áreas de trabajo sin antes solicitar permiso y sobre todo, busca darle prioridad al rezago de más de dos mil expedientes, algunos de los cuales tienen varios años de estar durmiendo el sueño de los justos. Esto de los expedientes es un enorme problema. Como no están en orden, buscar un expediente de hace 10 años o de hace seis meses, requiere de mucho tiempo pues hay que hurgar en paquetes y paquetes de documentos. Todo esto lo hace de mutuo propio, en espera de que el Gobierno del Estado le autorice presupuesto para mejorar las instalaciones.
Por cierto, que nos cuentan que a Salvador Arredondo lo dejaron seis meses y medio al frente de la Oficina del Registro Público y de la Propiedad, pero nunca le pagaron y eso no se vale. El hombre hizo un trabajo, bueno o malo, pero lo hizo y lo justo era que le cubrieran su salario. Y si no le pagaron en esos seis meses y medio, se antoja difícil que le vayan a pagar ahora que esta fuera, máxime cuando él es un hombre institucional y no va a emprender acciones legales para reclamar los salarios no cubiertos.