Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
30 de agosto, 2011
La sesión de cabildo de hoy fue una gran vacilada. Los regidores dedicaron más de media hora para discutir la inclusión de dos regidoras a la Comisión de Obras Públicas, a pesar de que una de ellas puntualizó que hasta ahora ha asistido a todas las sesiones de la referida comisión.
Entre toda la palabrería que los ediles le dedicaron el tema, el regidor Jorge Isaac López fue más sensato y directos al pedirles a sus compañeros que si piden su inclusión en una comisión, participen en las reuniones, porque luego resulta que hay sesiones y no asisten. Por supuesto que el mensaje tenía dedicatoria, pero solo él lo sabe.
Ciertamente en las comisiones de regidores se toman acuerdos, pero estos están sujetos a la aprobación de la mayoría en el cabildo. Ni siquiera se necesita pertenecer a una comisión para asistir a las sesiones y debatir y después se tiene el mismo derecho en la sesión de cabildo. Pero para debatir hay que estar preparado y es que no por el hecho que un legislador participe en todas las sesiones y presente iniciativas y puntos de acuerdo, no por eso, insistimos, debe calificársele de eficiente.
¿Cuántas veces no hemos escuchado a legisladores federales y estatales y a regidores, presumir que presentaron un punto de acuerdo sobre tal y cual tema? ¿Y eso qué?
Presentar puntos de acuerdo para que por decreto se termine la violencia, por ejemplo, es una tontería, además de una pérdida de tiempo.
Al cabildo, a los congresos estatales y a la Cámara de Diputado y el Senado hay que llevar iniciativas serias, viables y además, no basta con presentarlas y luego ya no acordarse de ellas. Eso no es legislar. Las iniciativas deben tener seguimiento, hasta lograr su aprobación} o que de plano se les deseche.
Total que más de media hora dedicaron los regidores a este tema del cambalache de comisiones. Eso sí, nadie se ha acordado que ya van seis años que desapareció la comisión de seguridad pública y el tema sigue siendo la principal prioridad del país, aunque el cabildo la ignore.
En otro tema, ahora que se aproxima el 16 de septiembre hay voces que se pronuncian a favor de que se revise si conviene realizar o no este festejo que antaño era la máxima fiesta cívica de los mexicanos.
El año pasado, la asistencia a la ceremonia del grito en Nuevo Laredo fue reducida, la peor de muchísimos años, en tanto que en otros municipios de la entidad la fiesta se suspendió.
Eso no impidió, por supuesto, que la gente festejara desde la intimidad de sus casas. Sentados frente a un televisor, muchas familias dieron el Grito y de paso esto les permitió una sana convivencia.
Vivimos tiempos difíciles, es verdad. Ya vendrán tiempos mejores. Si el año pasado nos tocó festejar en casa y este año será igual, ya habrá tiempo para que regresen aquellas mega concentraciones de miles de gentes reuniéndose frente a la presidencia municipal o en Expomex. A los neolaredenses nos gusta esa mezcla de fuegos pirotécnicos, antojitos mexicanos de todo tipo y a la autoridad en turno, coreando los vivas a los héroes, qué importa que omitan al conservador de Agustín de Iturbide y a Matías Monteagudo, los verdaderos consumadores de la guerra de Independencia. Pero bueno, esa es otra historia.