Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
5 de octubre, 2011
El martes, falleció Gerardo González Treviño, excelente comerciante y mejor persona.
Pocos se acuerdan que a finales de 1982, González Treviño se enfrentó al abusivo poder que entonces ejercía la CTM y la venció. Lograrlo no fue fácil, le costo tiempo, dinero y muchos dolores de cabeza, en una época en la que gracias a la alianza entre sindicatos y gobierno, este todo le toleraba a los primeros y estos se aprovechaban para cometer toda clase de arbitrariedades, como estallar huelgas en negocios que ni siquiera habían abierto o imponerles 10 trabajadores, cuando solo se necesitaban cuatro.
La CTM le estalló una huelga en su negocio, Materiales González Treviño, con el pretexto de que los trabajadores querían sidicalizarse y eran mayoría y la Junta de Conciliación, que entonces estaba en manos de un cetemista, avaló la huelga. En febrero de 1983 se realizó un recuento para verificar si efectivamente eran mayoría los que querían sindicalizarse y aunque la CTM quiso hacer trampa haciendo pasar como trabajadores a gente que no lo era, autoridades estatales los desecharon y la huelga se declaró improcedente. Así González Treviño no solo obtuvo una victoria personal, sino de paso demostró que la CTM de entonces no era invencible, pero esa es otra historia. Desde aquí nuestro pésame a su familia.
Y siguiendo con esto de historias ejemplares, este viernes 7, la Unión de Periodistas Democráticas, que preside Pedro Natividad Pérez, montará una guardia de honor, frente al monumento del ilustre chiapaneco, Belisario Domínguez, muerto un martes 7 de octubre de 1913. La cita es a partir de las 8.30 horas, en la Plaza México.
El nombre de Don Belisario ha trascendido en el tiempo como un ejemplo de un hombre que ejerció la libertad de expresión a costa de su vida.
Don Belisario era médico y se convirtió en senador al morir el titular, Leopoldo Gout. Desde la tribuna del senado, dijo de Huerta que era un “soldado que se apoderó del poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la presidencia fue asesinar cobardemente al presidente y vicepresidente legalmente ungidos por el voto popular”.
Pidió al Senado quitarlo de la presidencia y señaló que “Me diréis, señores, que la tentativa es peligrosa porque don Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz, que asesina sin vacilación ni escrúpulo a todo aquél que le sirve de obstáculo. ¡No importa, señores! La patria os exige que cumpláis con vuestro deber, aun con el peligro y aun con la seguridad de perder la existencia”.
Dos días después volvió a la tribuna y pidió ser comisionado por la Cámara de Senadores para presentarse ante Huerta y pedirle su renuncia. Días después, publicó, en hojas sueltas, su discurso del Senado, para que la población lo conociera.
Llegó el 7 de octubre, y poco antes de la media noche, los agentes Gilberto Márquez y José Hernández Ramírez, se presentaron en el hotel Jardín, donde se l hospedaba y se lo llevaron en un automóvil con cuatro agentes, seguido de otro, con otros tantos. Lo llevaron al panteón de Xoco, en Coyacán y ahí lo mataron de dos disparos en la cabeza. Así acabó la vida de un hombre valiente, que no eludió su destino, a pesar de que era fácil imaginar lo que le esperaba.