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En su propia trampa

Heriberto Deándar

15 de mayo, 2009

La errática estrategia de Gerardo Peña Flores, ha obligado al candidato del PAN a la diputación federal por el Segundo Distrito a caer en un garrafal error. En un intento desesperado de "calentar" su gélida campaña, Peña Flores ha expresado su deseo de ser el próximo candidato del PAN a la Presidencia Municipal de Reynosa. Esta decisión -que va contra lo que dictan las reglas no escritas de la política- es bastante desafortunada. ¿Así es como desea “prender” su campaña? En corto a sus seguidores, Gerardo les asegura que ganando ésta elección quedará en las puertas de la presidencia municipal reynosense, que éste es el acuerdo que tiene con la gente que vive en Los Pinos, pues la candidatura a la alcaldía en el año 2010 “ya la tiene amarrada”. El error es por necesidad. Quiere hacer sentir a quienes lo escuchen, que él y el grupo que lo arrope están trabajando por un futuro, dicho en castellano, la presidencia municipal; vende esta idea por lo difícil que resulta encontrar apoyos para un aspirante a la diputación federal que no tiene mucho qué ofrecer en cuanto a “huesos”, contratos y todas esas “chuladas” que tiene el poder. Con sus supuestos “amarres” desde Los Pinos y sus fantasías por la alcaldía, Gerardo se lleva de encuentro a otros notables panistas como Horacio Ortiz Renán, Raúl López, Héctor Pérez Ibarra, Eliacib Leija, Raúl García Vivián, Francisco Javier Garza de Coss y Rodrigo Moreno Ricart, por mencionar a algunos, quienes de manera legitima aspiran a la candidatura. Por lo mismo, el ánimo que prevalece en el núcleo del PAN en Reynosa es la discordia, porque aunque estos rumores pueden prender a uno que otro panista de segundo nivel, las campañas fuertes, las decisivas, se arman desde la cúpula, y en este momento los líderes blanquiazules están interesados –aún más que el propio Everardo Villarreal-, en que Gerardo Peña naufrague. Le podrán decir lo contrario en persona y en corto, pero en el fondo esta sensación de malestar impera entre los grupos albiazules, pues en política los intereses mandan y el candidato, con esta estrategia, disparó contra sí mismo. Más allá de sus discursos triunfalistas, el candidato azul sabe los costos que esto le está trayendo y por eso no le quedó otra más que buscar el cobijo de la gente que orbita en torno a Cabeza de Vaca, quien de por si es ya, por mérito propio, un clavo al rojo vivo. El gallo azul pudo haber vendido esa idea, pero en otro tono. ¿No hubiera sido mejor si hubiera dicho: “Ganando nosotros (y no decir yo), pondremos al PAN en la puerta de la presidencia municipal con cualquier candidato?”, esa era la versión institucional que le pudo haber generado armonía con los grupos de poder de su partido, en lugar de dar un garrochazo y pasar por encima de todos. Un viejo refrán popular nos brinda una advertencia aleccionadora: Los niños dicen lo que están haciendo, los viejos dicen lo que hicieron y los menos inteligentes dicen lo que van a hacer…
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