Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
18 de octubre, 2013
Si alguien está contento con el inminente incremento de la tasa del IVA en la frontera, son nuestros primos del norte.
En el último lustro, mientras que la crisis económica se agudizó en Nuevo Laredo y se convirtió en recesión, en cambio en Laredo, Texas se dio un boom económico que no se vio afectado por la crisis estadounidense de 2008 y 2009.
Laredo no ha dejado de crecer en los últimos años. Todos los meses abren toda clase de negocios, las ventas en los comercios están a la alta y eso se refleja en una mayor participación de impuestos para el gobierno, se abren nuevos fraccionamientos con casas que van desde las de interés social hasta las residenciales. Todo este boom ha sido provocado, en un alto porcentaje, por varios miles de familias neolaredenses que decidieron irse a vivir del lado estadounidense por razones de seguridad.
Y mientras que en Laredo el crecimiento económico es una máquina ferroviaria sin frenos, en Nuevo Laredo es todo lo contrario: el desempleo está a la alta, los pocos empleos que se generan son mal pagados, las casas que se construyen en su mayoría son de interés social, cientos de negocios han cerrado sus puertas en los últimos años, la industria maquiladora está en retroceso.
Todo esto lo sabe el gobierno federal y en vez de establecer un plan para blindar la frontera, acuerda una alza de impuestos que va a provocar que un número mayor de fronterizos decidan comprar casi todo en el lado americano.
Los comerciantes laredenses deben estar contentos con este acuerdo y lo único que quizá lamentan, es que tengan que esperar hasta el 1 de enero de 2014 para que cobre vigencia.
Mientras tanto, implacable el gobierno del cambio continúa con los despidos a diestra y siniestra y todo esto debiera poner a reflexionar tanto al gobierno federal como el estatal. ¿Qué hacer con miles de despedidos? ¿Provocará una alza en la delincuencia? A Nuevo Laredo le urge un programa de empleo temporal para ofrecer espacios a los despedidos y que no se conviertan en un problema social. Los gobiernos estatal y federal algo deben hacer al respecto.
No hay fuentes de empleo para captar a los más de dos mil 400 despedidos acumulados a tres semanas del cambio. Es posible que entre esos 2,400 despedidos haya aviadores, pero no todos. Muchos de estos despedidos son gente de trabajo, gente honrada, ajena a los conflictos partidistas. Pero además de que estos despedidos desquitaban su sueldo, este no era mucho. Se equivocan quienes piensan que quienes trabajan en el gobierno municipal salen ricos. Es cierto que cada administración produce nuevos ricos, pero son 4, 5, no pasan de 10. En cambio, el resto, la inmensa mayoría, dedican 7 u 8 horas diarias a cambio de un sueldo de 1,800 pesos por quincena. Otros son privilegiados de 2 mil 500 pesos, si privilegio puede considerarse un sueldo por ese monto.
Ciertamente el nuevo gobierno apenas arranca, hay tiempo para meter reversa y corregir lo que empezó mal. La cosa es que haya voluntad para querer hacerlo.