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Raúl HERNANDEZ

10 de enero, 2014

Tanto el Presidente Enrique Peña Nieto como el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, coinciden en que en los próximos años mejorarán las condiciones económicas de México y esto se traducirá en una economía doméstica más sólida.

Esta mejoría, dicen, es el resultado de las reformas constitucionales aprobadas en el 2013 y cuyas leyes reglamentarias se tendrán que aprobar en el 2014.

La forma en que hablan nos recuerda los tiempos de Luis Echeverría y José López Portillo en que con decretos se buscaba resolver todo, pero el tiempo pasaba y todo seguía igual.

Cuando Vicente Fox nos desgobernó, prometió un crecimiento sostenido del 7 por ciento anual  y durante el sexenio el crecimiento fue de un 2.4,  mucho mejor, claro, que el de Felipe Calderón en cuyo sexenio el promedio anual de crecimiento fue de 1.9. Para que  la economía crezca, tanto la marco como la micro, el país necesita no digamos las tasas del 10 por ciento anual que hasta hace algunos años se veían en China, sino por lo menos de un 5 por ciento.

Para este año, el pronóstico del gobierno federal es que vamos a crecer un  3.9 por ciento, en tanto que el consejo coordinador empresarial calcula que el crecimiento será del 3.5. En el recientemente fenecido 2013, el crecimiento  originalmente propuesto era del 3.9 que se fue ajustando durante el año para terminar en 1.3, así que el 3.9 que de nueva cuenta nos ofrecen suena bueno, pero falta ver que se cumpla.

La novedad que nos ofrece el señor Luis Videragay es que el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto le apuesta a fortalecer la economía doméstica, que el salario del trabajador le permita vivir con decoro, que el dinero alcance a la hora de surtir la despensa.

Felipe Calderón se la paso  festejando los logros marco económicos y alardeando de las enormes reservas internacionales – se cerró el  2013 con 176 mil 522 millones de dólares—pero poco hablaba de que en su sexenio se duplicó la deuda externa y debemos más de 348 mil millones de dólares, el doble de lo que tenemos ahorrado. De muy poco sirve que un pariente nos diga que nos va a heredar un millón de dólares, pero siempre y cuando logremos llegar a los ochenta años. Mejor que  nos regale mil pesos, pero ya.

Más de 50 millones de mexicanos que viven en pobreza, esperan, desde toda la vida, que algún  día verdaderamente se fortalezca la economía doméstica, como hoy  nos lo ofrece el Presidente Peña y como antes lo ofrecieron Felipe Calderón, y Vicente Fox, y Ernesto Zedillo, y Carlos Salinas y  así, hasta el infinito.

En un país donde se busca que los  precios de servicios y productos como el teléfono, la energía, la gasolina, el gas natural, sean acordes a los  precios internacionales, lo mismo debiera buscarse en materia de sueldos, porque mientras un norteamericano tiene un salario mínimo de 300 dólares semanarios, trabajando 40 horas, y paga a tres dólares el galón de gasolina, un mexicano  recibe 480 pesos semanarios, equivalentes a 35 dólares,  trabaja 48 horas y paga a tres dólares el galón de  gasolina.

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