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Raúl HERNANDEZ

19 de enero, 2014

Muy mal se vio el  Director de Turismo, Samuel Lozano, al  justificar la ausencia de turismo texano en Nuevo Laredo con el argumento de que antes los visitantes venían a ver a los abuelos y como estos ya murieron, ya no vienen. Vaya estupidez.

Si el turismo texano no viene es porque aún no se  recupera la confianza en la seguridad. Ciertamente, desde que el Presidente Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de la república, se ha dado un cambio en la percepción ciudadana con que se combate a la inseguridad.

Sigue habiendo violencia y muerte, pero en un plano más moderado y sin aspavientos. En estos 13 meses y días de gobierno peñista, han disminuido los bloqueos a calles, los levantones, los crímenes masivos y todo esto ha contribuido a que los ciudadanos  vuelvan a salir en las noches y  al regreso paulatino de los  turistas foráneos, pero todo va  despacio.

Todo esto se ve en estados como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Veracruz y en muchas otras entidades, salvo Michoacán que pareciera estar al  borde de una guerra civil. Mucho ha mejorado la percepción de los ciudadanos con respecto a la inseguridad, pero aún falta mucho camino por recorrer.

A nosotros nos gustaría volver a tener el Nuevo Laredo de hace tres lustros, en que la gente podía caminar en plena madrugada por las calles del centro, sin ser molestado ni por policías ni por malos.  

Eventualmente  podían presentarse problemas en algún negocio o en la calle, pero todo se resolvía con palabras, o  golpes,  no con pistolas.

Haría bien Samuel Lozano en  encontrar una fórmula que  permita  el regreso de los  turistas  texanos e incluso bien puede buscarse una forma de anclar aquí a los miles de  visitantes regiomontanos que solo utilizan a Nuevo Laredo como ciudad de paso, para poder ir a Laredo, Texas. Este es un segmento al que siempre se le ha descuidado y por eso la mayoría de estos  turistas  no  consume nada en Nuevo Laredo, pues no renta habitaciones de hotel,  no carga gasolina, no asiste a los restaurantes, no acude a los comercios y estamos hablando de turistas que al año representan varios cientos de miles.

A  menos de cuatro meses de que inició  el gobierno municipal,  se está muy a tiempo de hacer una evaluación de programas y funcionarios, para mejorar y corregir lo que se está haciendo. No es necesario  despedir a  nadie, pero sí de ser más exigentes en el cumplimiento de las metas trazadas. Si algún compromiso político existía con alguien, ya se pago y hasta de más.

Cuando el 25 de octubre del año pasado se cercenó la cabeza del Director de Ecología, Bruno Alvarez Jr.,  hubo quienes interpretaron ese  gesto como una muestra de inflexibilidad y que no se tolerarían  errores ni  fallas, pues si se tocaba a los de casa, ¿qué podían esperar los de  fuera?

Hoy hay varios funcionarios cuyo desempeño deja mucho que desear, pues no hay congruencia entre lo que dicen y lo que hacen, sobre todo cuando el nuevo gobierno generó demasiadas expectativas y  hubo quienes esperaban cambios espectaculares,  cambios que no han llegado.

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