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17 de febrero, 2010

No es novedad pero llama la atención de que la política en Tamaulipas ya no produzca grandes tribunos. Uno que otro, eso sí, pero de que haya sido semillero psss no. Claro, eso no obsta para que conste que entre los gobernantes obras son amores. Sea que la verborrea ni falta les ha hecho. ¡Ah!, pero de que ciertos personajes son artistas con la palabra, eso-que-ni-que. Manuel Cavazos se agasajaba paladeando el verbo y hacía que los oyentes disfrutaran lo que en él,- hay que reconocerlo-, sigue siendo un arte. Buen alumno TYR, con la vehemencia necesaria pa’ pintar al viento de figuras que hacen volar al espíritu ligándolo con la realidad. Ambos de buenos y recordados sexenios. Usted preguntará, “¿ y o’ra este que se trai?”. Pues me traigo una reflexión que desde hace tiempo no me deja dormir en sentido de que la oratoria ya no es necesariamente co-partícipe del poder. Es más, hasta creo que en veces estorba por la confusión que se convierte en “rollo”, no por otra cosa y la neta pa’ cuentos los de mi santa y venerada abue, sobre todo aquel que a la chiquillería nos llenaba de espanto donde aseguraba que una pobre mujer se había vuelto piedra por desobedecer a sus padres. Y deje que hasta la ubicaba a la entrada de la cueva donde se encuentra la virgen del Chorrito. El asunto es que con sus contadas excepciones, los gobernadores del estado no han sido grandes oradores. Por supuesto el escribidor se pone de pié ante Portes Gil, Praxedis Balboa, Manuel Cavazos y Tomás Yárrington, y entiende que los gobernantes modernos no requieren de mucho lujo verbal pa’ cumplir con su trabajo. Cada quien su estilo, la cosa es hacer bien la tarea. Y en esto creo que a Tamaulipas le ha ido super. De manera que en los tiempos que transcurren ser buen gobernante no implica ser buen orador o al revés que pa’l caso es lo mismo. En otras épocas hubo quienes procuraban hablar en parábolas y doble sentido, y entre más quedito mejor, como Manuel Ravizé cuyas anécdotas son incontables. Una ocasión durante una ceremonia en el teatro Juárez en Victoria escuché decirle a Marciano Aguilar: “oiga chanito, ¿es cierto que aquí en la capital del estado ni siquiera juegan béisbol?”. Chano respondió: “ Bueno, sí juegan mi gobernador, pero son llaneros y como que no le entienden a las grandes ligas”. -“Ahora comprendo porque muchos se pierden en puras pendejadas”, concluyó entre carcajadas. Hubo otros que le mediaban, como Treviño Zapata y Américo Villarreal y algunos de plano hablando y haciendo como Enrique Cárdenas que iba a los problemas de frente, confiado en su bronco carácter. Este largo introito sirve al de la voz pa’ ubicarse en la forma y manera en que RTC se le ha metido a la gente en el objetivo de convertirse en gobernador del estado. Y es que El Doc no requiere de muchas palabras pa’ decir lo que siente “y si lo siente es verdad”, como dice la canción. Y en eso bien que se parece a Eugenio Hernández Flores de quien ya se sabe no se anda con rodeos cuando está de por medio el interés de la paisanada. Quienes conocen a RTC saben que su lenguaje es de los que crean buena vibra y este ha sido otro de los elementos que le van sumando fans. Y ni modo que sea invento si observamos que donde se para la raza hasta le hace la ola. Usted preguntará como es que desde estudiante El Doc ya era líder, ¡pssss por lo mismo!. Esta realidad de los políticos que no requieren ser buenos tribunos nos lleva a suponer que la oratoria pasó de moda y que solo es útil en los concursos escolares y pue-que también pa’ ser ministros de alguna iglesia. De esas que cobran por evento. SUCEDE QUE Ya es claro que Gamundi odia a las mujeres. No es gratuito que sean contaditas las consideradas pa’ participar en la próxima legislatura así como en los ayuntamientos. Tampoco es gratuita ni casual la rebelión femenina hacia el interior del tricolor que ya alcanza categoría de escándalo. En este sentido la petición es unánime y urgente; ¡ manden a Gamundi con el psiquiatra!. Pero en camisa de fuerza. Luego le seguimos.
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