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23 de mayo, 2014

Hubo un tiempo, en que los Presidentes de México, se daban gusto quitando y poniendo gobernadores.

¿Recuerda el caso de Carlos Armando Biebrich? Fue Subsecretario de Gobernación con Luis Echeverría y en su momento se decía que este lo quería como a un hijo, tanto que se modificó la Constitución de Sonora, para reducir la edad para ser Gobernador y que pudiera postularse en 1973, a los 33 años. Dos años después, fue destituido por el propio Echeverría, luego de un violento desalojo de tierras en el que hubo varios campesinos muertos.

No fue el único gobernador destituido, hubo otros cinco más durante el sexenio de Echeverría. Con  José López Portillo hubo dos, entre ellos Oscar Flores Tapia, de Coahuila; con Miguel de la Madrid, hubo cinco; con Carlos Salinas, 18; con Ernesto Zedillo, dos.

En Tamaulipas, dos gobernadores han sido depuestos en el presente siglo, Luis Caballero en 1918 y Pedro Hugo González Lugo, en 1947, luego del asesinato de un periodista.

Así como los  Presidentes de México  quitaban gobernadores, también los imponían. En Tamaulipas tenemos el penoso caso del borrachín de Emilio Martínez Manotou que se dedicó a emborracharse durante su sexenio, frustrado porque José López Portillo no lo nombró su sucesor y en cambio lo obligó a ser gobernador de nuestro Estado.

En estos días se ha puesto de moda  el tema de si el Gobernador Egidio Torre Cantú debe ser renunciado, como consecuencia del estallamiento de la violencia. Los bandos están  divididos, además de que todo se maneja a nivel informal.

En  agosto del 2011, un grupo de 11 regidores de Nuevo Laredo le solicitaron informalmente al Gobernador Egidio Torre Cantú la destitución del entonces alcalde  Benjamín Galván Gómez.

Dos de estos regidores, los prisitas,  Yahleel Abdala y Luis Carlos Hinojosa, pretendieron entrevistarse con el mandatario, en una reunión particular que este sostenía en la casa  del alcalde, pero no los dejaron entrar.

Más tarde, lo abordaron en la Unidad Deportiva del Poniente, pero Torre Cantú les dijo que trataran el tema con el Secretario de Gobierno, Morelos Canseco, que terminó convenciendo a los priistas de no  moverle el asunto.

No fueron los únicos que plantearon el tema de la renuncia. A un grupo de empresarios, que sutilmente preguntaron porque no se  removía a Benjamín, Torre Cantú, les dijo: “porque yo no lo elegí, fueron ustedes”. Y es cierto, Benjamín obtuvo una  votación record de 83 mil votos.

No podemos adivinar cuál sería la respuesta del  Presidente Enrique Peña Nieto si alguien le planteara el tema de la renuncia del Gobernador Torre Cantú. Con los antecedentes de la forma en que ha actuado en casos como los de Elba Esther Gordillo o Carlos Romero, Michoacán, o  la escandalosa corrupción de la familia Fox, es posible que se sostenga respetuoso de la legalidad.

Hay muchas aristas en este tema.

Si a los ciudadanos se les permitiera poner y quitar gobernantes, en un año habría  50 o 100.

Pero además Peña Nieto no impuso a Torre Cantú.

La violencia en Tamaulipas, no empezó con  Torre Cantú, además de que desde su llegada se ha disparado la inversión en el combate de la inseguridad y en estas estrategias participan el ejército, la marina, la policía federal. Si hay que quitar a Torre Cantú, entonces también a Peña Nieto, porque los dos son corresponsables en el combate a la inseguridad.

Las estrategias  hasta ahora aplicadas no han sido efectivas, eso lo sabemos todos, pero quitar a un gobernador no resuelve nada. Lo hemos visto cuando salió Cavazos Lerma y llegó Tomás y luego Eugenio y ahora Torre Cantú. La inseguridad se ha mantenido en estos cuatro sexenios.

Las visitas que hicieron a Reynosa el Secretario de Gobernación, el 13 de mayo y ahora la de Peña Nieto, a Victoria,  confirman que la estrategia del gobierno federal es combatir la inseguridad con inteligencia, y  no atendiendo peticiones a gusto de particulares.

 

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