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Claroscuros

Raúl HERNANDEZ

30 de mayo, 2014

Hace tres décadas, el 30 de mayo de 1984, fue muerto a tiros de bala, el periodista Manuel Buendía Tellezgirón.

Por esos días, Manuel Buendía publicaba su columna “Red Privada”, en el Excélsior que dirigía Regino Díaz Redondo y  que era, aunque les disguste a los simpatizantes de Don Julio Scherer, el mejor periódico del momento.

En primera plana se publicaban las columnas de Manuel Buendía y la de José Luis Mejías, que se disputaban las querencias de los lectores. En interiores, se podía leer a Mauricio González de la Garza, que en su tiempo llegó a vender un millón de ejemplares de su libro Ultima Llamada, a Manu Dorbierer, Margarita Michelena, Gastón García Cantú, entre otros.

Manuel Buendía murió en olor de santidad, pero años después, de él, Julio Scherer recordó una anécdota de  cuando a principios de la década  de los sesentas, del siglo pasado, el primero era director del periódico La Prensa y Rius era monero y era crítico del gobierno, como lo ha sido toda la vida y como lo sigue siendo a sus casi 80 años de edad.

 Buendía mandó a llamar a Rius a su oficina para decirle que estaba despedido. Rius puso cara de “¿Juat?” y sin mirarlo, Buendía le dijo.

--Mire Rius, yo no tengo por qué darle explicaciones. Usted ya no trabaja aquí y punto.

Acto seguido, Buendía abrió un cajón de su escritorio y saco una pistola que deposito sobre la mesa y Rius salió de la oficina con la cola entre las patas.

Scherer ha escrito de Buendía que fue un periodista corrupto, pero que en los últimos años de su vida empezó a hacer periodismo de verdad.

Después de muerto Buendía, se publicaron una serie de libros con sus columnas, organizadas por temas, como el petróleo  y la CIA. También tiene alguno dedicado al quehacer periodístico, que no ha perdido actualidad, a pesar de los años transcurridos. Vale la pena su lectura y su relectura.

En los próximos días, se celebrará el Día de la Libertad de Expresión y será inevitable que a lo largo y ancho del país, la familia periodística  recuerde a Buendía como mártir del periodismo, de la misma  manera que se recuerda a Belisario Domínguez, que  no fue periodista, sino político y lo suyo, al denunciar al dictador Victoriano Huerta,  fue un acto de valentía y temeridad.

La libertad de expresión, hoy como en cualquier época de nuestra historia, tiene claroscuros. Uno de los temas donde hay poco avance es de la Ley de Acceso a la Información. El burocratismo sigue siendo el principal obstáculo, como lo ha sido toda la vida, pues antes de todas estas leyes, teníamos el Derecho de Petición consagrado en nuestra Constitución que obliga a las autoridades a dar respuesta a las inquietudes de los ciudadanos,  pero igual pueden  tardarse 100 años y luego responder que el tema ya prescribió.

La transparencia es una vacilada con la cual el gobierno se da baños de confeti.  Todos quisiéramos  poder saber desde cuánto se gastan los funcionarios en una comida hasta  cuánto cuestan sus viajes, pero todo eso, como casi todos los temas, son inaccesibles.

 

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