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Modernidad

Raúl HERNANDEZ

29 de julio, 2014

Aceptémoslo: mudar el monumento a Los Fundadores es una necesidad de la modernidad. Ciertamente la circulación no mejorará mucho con este traslado, pues  a fin de cuentas solo se ganará un carril en cada lado de la avenida Reforma.

La mudanza es necesaria no para mejorar la vialidad – ese es un cuento que nadie se cree—sino para ubicar el monumento en un área donde pueda ser mejor apreciado, por quienes estén interesados en hacerlo.

Su ubicación tampoco es un tema de patriotismo. Eso de que los fundadores de Nuevo Laredo desenterraron a sus muertos sepultados en Laredo y los trajeron del lado mexicano, es un mito inventado por Adolfo López Mateos.

El historiador regional, Ismael Villarreal Peña escribió en su libro “Seis villas del norte: “No hay datos oficiales de una emigración masiva y que trajeran los huesos de sus antepasados. Esa versión se le atribuye a un grupo de románticos soñadores y literatos vernáculos, saturados de café, tabaco y uno que otro brindis de licor. Ciertamente, hay que aceptarlo, es bastante bella la versión, enaltece el espíritu cívico y el amor a la patria, pero está reñida con la  verdad histórica”.

El cabildo ya aprobó remover el monumento y decidió instalarlo en la explanada Esteban Baca Calderón, dizque porque hay estacionamientos cercanos – ¡Los hay, pero para regidores y funcionarios, no para los ciudadanos!--  y va a atraer turismo, argumentos pueriles.

Que se  mueva el monumento está bien, pero habría sido mejor ubicarlo en un  espacio nuevo, en un área de dos o tres hectáreas, donde hubiese áreas verdes, bancas, juegos infantiles, cajones de estacionamiento, puestos de antojitos,  es decir, un área recreativa en forma, para uso y disfrute de los  residentes fronterizos, porque no creemos que los visitantes que llegan a Nuevo Laredo estén desesperados por conocer el monumento a Los Fundadores. Es más, ni a los cineastas les interesa esta leyenda, pues  saben que al incluirla en una película  no sería creíble.

En el primer cuadro de la ciudad, hay centenares de casas abandonadas que debieran ser adquiridas por el gobierno municipal para demolerlas y crear una auténtica infraestructura turística e incluso algunas  de las propiedades una vez compradas, podrían ser revendidas a particulares, condicionada la venta a que se destinen a promover el turismo.

En vez de ello, se optó por la idea fácil de colocarlo en la explanada Esteban Baca Calderón, eliminando las gradas y el teatro al aire libre, así como el monumento a Vicente Guerrero, reubicado ahí desde  los tiempos de Ricardo de Hoyos Arizpe.

Es cierto que Nuevo Laredo, jamás se podrá parecer a alguna ciudad estadounidense con una población similar a la nuestra, pero es hora de que los  funcionarios neolaredenses se den una vuelta por alguna ciudad texana y vean la forma en que ellos enfrentar el desarrollo y copien lo que pueda copiarse para beneficio de Nuevo Laredo.

Lo malo de vivir junto a los Estados Unidos, es que necesariamente nos da por compararnos con los primos y siempre terminamos perdiendo.

 

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