Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
25 de julio, 2010
A unas pocas semanas de las elecciones, los tres principales partidos realizan un análisis interno sobre lo sus aciertos y desaciertos. Por supuesto, el mejor librado es el PRI que creció 34 mil votos de la elección del 2009 al 2010; o creció 12 mil votos, si se le quiere comparar con la del 2007, en que obtuvo 71 mil contra los 83 mil que sacó el 4 de julio. El dirigente del PRI, Ramiro Ramos Salinas, fue institucional y realizó muy bien su trabajo en la coordinación de los sectores y organizaciones; también estuvo atento al cumplimiento de la agenda trazada antes de la elección; así como al trabajo de promoción del voto, en el que se logró la cifra histórica de 250 mil promovidos, con nombres y direcciones. Si al PRI le fue super-bien, Al PRD de Rafael Del Orbe fue de la patada, pues de 13 mil votos que logró en el 2007 y 6 mil en el 2009, cayó a poco menos de 4 mil. Hay muchas razones para explicar esta baja votación, entre ellas todo el escándalo que se generó por haber cambiado de candidato en el último momento, pues originalmente se la estaban jugando con Salvador Rosas y luego cambiaron por Everardo Quiroz y lo hicieron al cuarto para las doce, con tan mala suerte que ya no alcanzaron spots para la radio y la televisión. Al PAN también le fue malísimo. En el 2007 el PAN vivió el curioso caso del voto cruzado pues la candidata a diputada, Ileana Medina obtuvo más votos que el candidato a alcalde, Hugo Galindo. La primera logró 18 mil 637 votos, contra 17 mil 340 de Galindo. En el 2009, el PAN le apostó nuevamente a Ileana Medina y esta logró que la votación del partido creciera de los 17 mil 340 votos, a 36 mil 311 en todo el distrito, 32 mil 479 solo en Nuevo Laredo. Crecio casi 15 mil votos. Con este antecedente, la lógica era que el PAN lograse más de los 32 mil 479 votos en la elección del pasado 4 de julio. En vez de eso logró 22 mil 230 votos. En un año perdió 10 mil votos. La perdida de estos 10 mil votos fue responsabilidad del candidato, un obscuro personaje de cuyo nombre no vale la pena acordarse, y de la dirigencia nacional que se empeñó en imponerlo. En su soberbia, este personaje hizo a un lado al dirigente municipal del PAN, Alberto Bulás, pero lo más triste es que nadie de los panistas salió en su defensa y permitieron la imposición. Lo dejaron solo y hoy hay algunos de estos pusilánimes que quieren que se desconozca a Bulás, a pesar de que en su momento nada hicieron para proteger al partido. Ellos con corresponsables de la derrota. El PAN no solo perdió la elección, de paso quedó como un partido sujeto a un cacicazgo vertical que de nada sirvió. En el eventual caso de que hubiesen ganado la elección, seguramente el candidato electo se hubiera declarado independiente para poder manejar su administración a su libre albedrío, como lo hizo en la campaña, en la que se empeñó en decir que no necesitaba para nada a los panistas, aunque días antes de la elección suplicó que lo ayudarán a conseguir representantes ante las casillas. Como el tiempo ya estaba encima, se registraron nombres de representantes que el día de la elección no estuvieron en las casillas. Hoy al PAN quizá le quede el consuelo de pensar que perder fue lo mejor para no haberse visto desplazado en el caso de un triunfo.