En las garras del lobo

Max Avila

17 de junio, 2009

Ahora sabemos que funcionarios de diversos niveles se pasan de rosca haciendo negocio con las guarderías lo cual debiera ser razón y motivo de una profunda investigación. Debiera, digo yo, aunque lo más probable es que, olvidado el escándalo y digerida la desgracia, todo quede como antes, sease en el disfrute pleno de la impunidad. Y si viera que en esta clase de asuntos no hay distingos, y es que caen por igual panistas, priístas y hasta perredistas, incluso en la mismita capital del estado. ¿Desde cuándo se borró la línea que separaba la política de los negocios?, seguramente con el arribo de los tecnócratas que se abrieron paso a sangre y fuego encabezados por Carlos Salinas de Gortari. Y de ahí pa’l real México se convirtió en el supermercado del influyentismo, aunque ciertamente el que empezó la broma fue Miguel de la Madrid que dicho sea, ahora se muerde la lengua renegando del monstruito que creó, como si con eso solucionara en algo el desmadre que dejara durante su transcurrir por la presidencia de la república. Recordéis que pa’ empezar les partió la progenitora a la mayoría de las empresas de estado que cumplían importante función social. Y de los bancos ni hablar que primero los limpió y luego generosamente los regresó a precio de tianguis dominguero pa’ que sus antiguos dueños siguieran enriqueciéndose. Ya sabemos el resto de la historia cuando el 99 por ciento están en manos del capital extranjero. En regresando al asunto de las guarderías algunos medios, entre ellos Expreso, se han ocupado de balconear a ciertos funcionarios que hacen negocio con la inocencia, como Mario Alejo Salinas,- tío por cierto de Edgardo Melhem Salinas candidato tricolor a dipu federal por Río Bravo-, y Gustavo Cárdenas Gutiérrez. Y seguro que habrá muchos más cuyos nombres irán surgiendo en la medida que exista voluntad no solo pa’ meterlos al orden, sino para que definan si sirven a la sociedad o van contra ella. Lo mero triste es que en ocasiones son necesarias tragedias como la de Hermosillo para que los gobiernos salgan de la modorra, tal cual sucede con el federal, aunque le diré que ante la magnitud del hecho Felipe Calderón no encuentra donde meter la vergüenza, y tantito “pior” cuando parientes políticos están hasta el cuello en el señalado negocio, como lo están familiares del gobernador sonorense y uno que otro grillo del tricolor…¡qué país, qué país!”, diría el maese Chucho García Olvera. SE ACELERA EL CEN Dicese que el activismo de Marco Antonio Bernal y la aparición de vez en vez de Cruz López Aguilar son evidencias de que el CEN tricolor empieza a meter las manos en Tamaulipas mejor dicho, en el proceso que tendrá lugar el próximo año. Desde luego que todo esto es riesgoso porque no deja de violentar los tiempos y sobre todo las formas , y, qué necesidad cuando primero hay que sacar las elecciones federales de julio, pero bueno, una de las características de Marco es que de repente se acelera más de la cuenta y con mayor razón ahora impulsado por la Bety y Manlio Fabio, en cambio Cruz es más institucional y dotado de una alta dosis de prudencia que mucho lo diferencia de Marco, aunque está claro que ambos son patrocinados por el CEN…por cierto, ¿viene o no viene la Bety a apoyar a los candidatos a dipus?. Hagan sus apuestas señores. SUCEDE QUE Hasta el obispo victorense Antonio González se ha convertido en promotor de la causa azul y es lógico porque en el PAN tiene a sus mejores clientes y algunos de sus más cercanos amigos y amigas. En este sentido la dirigencia tricolor debiera seguirle los pasos, digo sin que sea nada personal, simplemente una vigilancia política de rutina, con eso de que los curas de pronto se ponen de moda en el mundo del morbo y la farándula. Dios me perdone si levanto falso testimonio. DIARIO DE UN LOCO Con estos 50 millones prestados me alivianaré cuando menos de aquí a diciembre y, ¡ni madres que los pago!, ahí el próximo que sufra. Tengo también el negocito del relleno sanitario donde por lo pronto me gané tres melones, el resto ahí lo buscaré entre la basura al fin estoy acostumbrado a caminar entre la porquería. Hasta lueguito.