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Restauranteros en crisis

Raúl HERNANDEZ

27 de agosto, 2010

Desde hace varios años la industria  restaurantera está en crisis en Nuevo Laredo. Aunque la población crece, y el  resultado natural sería que se abrieran nuevos negocios, sucede lo contrario.

En los tiempos del  profesor Pedro Pérez Ibarra abrir un restaurante implicaba enfrentar a un sindicalismo rudo que establecía las reglas del juego. Si el dueño pensaba que con 6 trabajadores bastaba y sobraba para atender a la clientela, el sindicato decidía que tenía que contratar 16, incluyendo dos delegados que se encargaban de vigilar que se cumpliera con el contrato de trabajo. En esa época eran raros los inversionistas foráneos y la oferta principal eran  restaurantes especializados en carne asada. Si usted pasa de los 40 años, seguramente  disfrutó de restaurantes como El Teotihuacán, La Cabaña del Novio, Villa Laredo, La Palapa, Brincolandia, La Molienda,  Las Tablitas,   México Típico,  El Taco Tarro, Los Mariachis, El Johnny, El Ágape, Chilitos,  El Principal, Nuevo León.

Hubo una época, en que a quiénes  llegaban a Nuevo Laredo, en plan de negocios o de diversión, era obligado llevarlo  a El Rancho, a comer carnitas y escuchar al mariachi. Si se trataba de mariscos, entonces se iba a El Marinero o al Río Mar, pero éste último terminó cerrando, en tanto que El Marinero sigue, pero ya no es aquel en el que la clientela muchas veces tenía que esperar para que le dieran mesa.

Además de la carne asada, se disfruto de  los platillos del Cadillac, El Dorado, Victoria 2020, El Quijote, del restaurant del Motel El Río. O incluso locales más modestos como El San Ángel, El Quinto Patio –que sigue abierto, pero ya no tiene la clientela de años atrás-- Nápoles, la Cafetería Mundial, El Tokio, Pollo y Tortas Memo, La Plaza, que acaba de cerrar tras 27 años de servicio.

Cuando Pérez Ibarra se fue y de paso llegó el Tratado de Libre Comercio, llegaron las franquicias: McDonald’s, Burger King, Dominós Pizza, Pizza Hut, Peter Piper Pizza, Applebee etc.,  pero muchos negocios empezaron a cerrar, sobre todo los de carne asada.

Hoy, salvo  El Rincón del Viejo, Las Diligencias y El Rancho,  escasean los restaurantes que ofrezcan una buena carne asada. Han proliferado  los restaurantes que venden una fajita delgadita, delgadita, que hasta ni parece real.

La oferta gastronómica de hoy en día es muy raquítica y hasta comer buenos tacos callejeros es difícil, además, de que los precios son iguales a los de un restaurante cerrado y con clima.

¿Qué le pasa a la industria restaurantera en Nuevo Laredo? ¿Por qué cierran los  negocios? Hay muchas razones, una de ella son las altas rentas. Cuando estalló la  crisis del 2008, un restaurantero tuvo que cerrar su negocio porque la renta era de 4 mil dólares, es decir, llegó a pagar 62 mil pesos. Desde que cerró el restaurante, el local está  cerrado porque  los renteros prefieren  perder dinero que   ofrecer un descuento.

Una cadena dedicada a la venta de pollo frito se vio obligada a cerrar una sucursal luego de que el dueño del local pretendió subirle la renta de tres mil a 10 mil dólares mensuales. El local ya va para dos años cerrado, deteriorándose por la falta de uso, pero el propietario no está  dispuesto a ofrecer ninguna rebaja. De ninguna manera; si quieren el local, que paguen, ha de decir.

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