Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
18 de septiembre, 2010
No sabemos si Ricardo Gamundi guarda silencio ante el revés que su partido sufrió en Río Bravo porque aún esta impactado por lo que ocurrió aquel lunes 28 de junio o simplemente le da pena que aquello del tráiler completo no se cumplió.
Si antes le gustaba jactarse una y otra vez del 8 a 0, ahora la cuenta se quedó en 35 a 8; el PRI se quedó con la mayoría de los municipios, pero no logró ese aplastante y grosero triunfo del que Gamundi tanto alarde hizo.
Al final el PAN logró arrebatarle los municipios de Tampico, Aldama, Xicoténcatl, Antiguo y Nuevo Morelos, Padilla y Río Bravo, en tanto que el PRD se quedó con Camargo.
Pero además, se pierde Río Bravo de manera vergonzosa. Al PAN le quisieron robar su triunfo, aprovechando el respaldo de autoridades electorales a modo y al final tiene que intervenir otra autoridad, para decirle que no se le debe robar el triunfo al PAN y que no hay nada que revisar, porque todo está claro y hay que reconocerle la victoria.
En un país donde hay una fuerte competencia política, el discurso del carro completo suele molestar a propios y extraños y más cuando el que alardea de ello ni siquiera compite en las urnas.
Quién releve a Gamundi en el PRI tendrá que da darle un viraje completo a sus actitudes beligerantes y cuidarse muy bien de lo que dice. Gamundi siempre utilizó la política del garrote contra los propios priístas y casi nadie de estos protestaba por esa disciplina que tan mal interpretan los del PRI, pero extender esta política del garrote a los opositores se veía muy mal. Claro, lo hacía, porque se sentía protegido, pero eso no debe de disculparlo. En todas las épocas han existido hombres poderosos y no por ello abusas y se pavionean.
En otro tema, el expresidente Carlos Salinas fue uno de los invitados del Presidente Felipe Calderón a la ceremonia del Grito el 15 de septiembre, junto con el siniestro de Vicente Fox, lo cual nos recuerda que fueron Carlos Salinas y el hoy desaparecido Diego Fernández de Ceballos los que en su momento se aliaron para destruir a Andrés Manuel López Obrador con los video-sobornos de René Bejarano.
Fueron ellos dos los que convencieron a Carlos Ahumada de entregarle 400 millones de pesos a cambio de exhibir los videos y empezar a destruir la imagen de quien entonces estaba en los cuernos de la luna y pocos creían poder derrotarlo en las urnas.
Pero al final no le cumplieron en el pago y Ahumada terminó encarcelado, a pesar del enorme favorsote que les hizo a Salinas y a Diego, al PAN, a las televisoras y a todos los que querían frenar a López Obrador y dieron paso a la leyenda de qué le hubiese ocurrido al país si el perredista hubiese sido electo Presidente de la República.
No solo lograron derrotar a El Peje sino que lo dejaron medio lurias y ante la imposibilidad de poder dar el Grito desde Palacio Nacional se contenta con hacerlo desde Tlatelolco y el problema es que hay quienes lo siguen. Qué diera el grito en la intimidad de su casa, no tendría nada de malo, pero que se sienta autoridad, ya cambia la cosa. Si fuera Presidente ya estaría construyendo un estadio para 400 mil personas –como aquel que Hitler quería para Alemania—para poder dar el grito desde ahí.