Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
21 de octubre, 2010
El largo período de espera que hay entre las elecciones últimas y la toma de protesta de la nueva administración --180 días en total—además de inédito ha traído consigo una serie de situaciones que en apariencia pueden convertirse en problemas, si lo permiten los encargados de la toma de decisiones.
Después del 4 de julio, cuando la victoria del PRI era un hecho consumado, y cuando se coronaban cinco meses de mucho esfuerzo, primero de pre-campaña y luego de la campaña misma, la lógica indicaba que todo mundo debía integrarse a sus actividades normales, a esperar que transcurrieran esos 180 días.
En vez de eso, hubo algunas semanas de descanso, pero luego arrancó una gira de agradecimiento durante la cual el alcalde electo se ha reunido con grupos priistas, organismos empresariales, y esos grupos que pomposamente se autodenominan la “sociedad civil”, como si nada más ellos lo fueran, cuando en realidad lo somos todos.
Hoy estos grupos civiles, además de los políticos, fijan cuotas de participación al gobierno entrante porque todos están convencidos de que si se obtuvieron más de 83 mil votos fue por su decida participación, no las de los demás.
Nuevo Laredo no puede ser rehén de grupos políticos o “civiles”. Ya es hora de que el gobierno deje de reinventarse cada tres años, ya es hora de que cada tres años surjan redentores que una vez fuera de la administración se les recuerda por lo malo que fueron, no por sus logros.
Ya es hora de que en el gobierno se privilegie a los mejores hombres y a las mejores mujeres en sus disciplinas, pero no porque tengan jocosos títulos académicos --hasta Arturo Durazo llegó a ser doctor honoris causa-- sino porque realmente hayan demostrado su capacidades en los cargos públicos o privados en los que han estado.
El largo período que hay entre las elecciones del pasado 4 de julio y la toma de protesta del nuevo gobierno, en el primero minuto del uno de enero del 2011, debe servir para seleccionar a los mejores elementos que van a integrarse a la próxima administración, no para ceder a grupos de presión, ni para atender caprichos.
Por supuesto, la política es negociación y se tiene que integrar un equipo plural de colaboradores, pero una cosa es abrir espacios a los grupos y otra que estos envíen a lo peorcito de sus filas, como ha sucedido una y otra vez, en muchas ocasiones.