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Max Avila

11 de marzo, 2011

1.-De confirmarse cierta información, pronto habrá bajas importantes en el gobierno estatal. Entre los señalados para retornar al hogar, dulce hogar, están mi general Ubaldo Anaya y Jorge Ábrego, secretarios de Seguridad y Administración respectivamente. Dos funcionarios más estarían al filo de la navaja. Uno de ellos es  Diódoro Guerra quien se defiende como  gato boca arriba de la embestida de Elba Esther Gordillo y el otro que será fácil de adivinar si recordamos que permanece en el centro de la polémica sobre si puede o no ejercer un cargo ejecutivo y pertenecer al legislativo al mismo tiempo. Tratase por supuesto de Morelos Canseco.

De los cuatro solo mi general Anaya se iría por decisión propia dando cumplimento a la palabra empeñada en sentido de que si no contaba con los recursos necesarios, renunciaría. El plazo que dio está cumplido y solo se espera que como militar y hombre de honor se retire del cargo, lo cual podría suceder, dicen, en el transcurso de la próxima semana. O antes, “si es que el tiempo y el juez de plaza lo permiten”, según dicen en la fiesta de toros.

En cuanto a Ábrego pareciera que su indiscreción, falta de lealtad y el historial no muy transparente, le han convertido en la antítesis de los objetivos del nuevo régimen. Digamos que Jorge es una especie de contradicción para quien manda y por lo tanto no es conveniente que por su actitud que llega incluso a grosería, siga formando parte de la administración pública y menos de un régimen que ciertamente se propone superar las expectativas.

Y es que dicho funcionario de ninguna manera encaja en los esfuerzos para lograr de manera pronta y expedita la legitimación que también es necesaria, como parte del todo institucional.

Mientras tanto el secretario de Educación no sabe a qué santo rezar pa’ que la dirigente del SNTE olvide las ofensas de los últimos dos meses, las que acumuladas a las de otros tiempos se convirtieron en una bomba de tiempo al punto de estallar en su contra, desde luego. Por ello verá a Diódoro con la mirada perdida y más ausente que un pato en un desfile en el día del amor y la amistad.

Y de Morelos Canseco le recuerdo que sigue dependiendo del estado de ánimo de los dipus federales mismos que se lo disputan como a aquel pitcher indeseable. Los de allá dicen que es de acá y los de de acá decimos que es de allá. El asunto es que su situación sigue en “espérenme tantito”. Y ese “tantito” que se ha vuelto un dolor de cabeza y no solo pa’ las instituciones sino para aquellos que dependen de su firma inválida hasta pa’ empeñar un  anillo, dicho sea sin ganas de alburear. Con decirle que en el jaloneo perdió hasta las mangas del chaleco. Si es que el chaleco tiene mangas, si no pssss no.

El asunto es que la situación del respetable funcionario se ha vuelto una broma y más que eso, una vacilada pa’l sistema que no encuentra forma ni manera de que lo tomen en serio. “¡Psssss así cuándo, mi alma!”, como diría mi santa abue. “Y luego con esos ejemplos”, agregaría el inolvidable Héctor Treto cuando contaba aquel chiste del presunto asalta mujeres rehabilitado.

En concluyendo, además de la información más o menos creíble filtrada al escribidor, están las evidencias y estas ni como ocultarlas.

2.-Desde mediados de semana una pregunta asalta al respetable, ¿a qué jijos vino Ramón Garza Barrios?. Elemental, no solo a pedir perdón prometiendo no volverlo a hacer, sino a medirle el agua a los camotes sobre su delicada situación. Tratase en el fondo de que el congreso local otorgue el clásico carpetazo dando por aceptada su gestión como alcalde de Nuevo Laredo, cosa que parece menos que imposible.

Por cierto, dicese que la visita de Ramón al gobierno estatal no le quita permanecer en lista de espera como probable sacrificado en aras de la legitimación. Otros ex alcaldes están en la misma situación, Héctor López González, Erick Silva y Oscar Pérez Inguanzo. Y eso nomas pa’ empezar.

SUCEDE QUE

Pues parece que la dirigencia estatal del PRI está plagada de panistas. Solo un ejemplo, uno, el secretario de Finanzas,  un tal Rodolfo Higuera Terán. Le digo, no será extraño que Tamaulipas se pinte de azul más pronto de lo que su merced imagina.

Y hasta la próxima.

(sarama@live.com.mx)

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