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Tamaulipas, esperanza cancelada

Max Avila

15 de mayo, 2011

A la sociedad civil no se le puede engañar. Hay un rompimiento sexenal cuyos perjudicados no podrán ser otros que los tamaulipecos. El hecho es inédito, tanto que pareciera existir la intención de borrar el pasado reciente. ¿Será que también la continuidad institucional está condicionada al estado de ánimo?.

El solo anuncio del regreso a la política de Eugenio Hernández Flores, por ejemplo, removió rencores inexplicables echando a funcionar la maquinaria del desprecio y la descalificación cuando existen cuestiones más importantes por atender. La mayoría de ellas graves que permanecen ignoradas, lo cual indigna y enoja.

Por ahora hagamos a un  lado las ofensas públicas ante el despliegue de fuerza e impunidad que solo ratifican el alejamiento del poder para con la ciudadanía.

Estamos atados y eso invalora nuestra calidad humanoide. Es decir, hemos perdido la capacidad de decidir nuestro destino, lo cual significa que también la libertad está extraviada ante fenómenos y situaciones  que se complican por la confusión en el ejercicio político-administrativo.

Ni como negar que también en este aspecto el distanciamiento crea el resentimiento popular que crece en proporción geométrica a medida que transcurren las semanas y los meses.

El tema es recurrente en los hogares, en calles, cafés y cualquier reunión de más de dos porque no es fácil aceptar que acabaron con la esperanza. Y es que en estos tiempos las oportunidades se desbarrancaron no solo por las malditas circunstancias, sino por las actitudes de quienes tienen el deber de transmitir optimismo. Cosa curiosa que el miedo contagia y alienta la intención de abandonar el lugar donde se fincaron sueños y presumieron oportunidades.

En este sentido habremos de aceptar que el tejido social está deshecho sin que aparezca intención de reconstruirlo. Es más, como que a nadie le importa y menos a quienes están inmersos en su proyecto personal de aprovechar lo que la suerte depositó en sus manos.

Tamaulipas dejó de ser tierra prometida. El común perdió el incentivo y casi nada queda por hacer, salvo permanecer resignados y enfermos por la insolvencia de una clase política transfigurada al suponer que el poder es eterno.

Menuda sorpresa cuando se enfrenten al juicio que de antemano los condena y los marca como non gratos al desempeño de la función pública. Es cosa de esperar, aunque mientras es importante señalar fallas y errores que nos perjudican a todos.

El poder no debiera ser asunto entre nobles o rancios aristócratas y sin embargo pareciera que nos remitimos a la época en que la barbarie era madre de todas las conquistas. En síntesis, en Tamaulipas estamos hodidos. Y ni modo que sea invento.

La generación actual no lo vamos a olvidar, solo confiamos en que esta pesadilla termine cuanto antes.

2.- Por otra parte, el nombramiento del ex gobernador en el CEN tricolor representa todo y nada. Es infantil suponer que ello basta para lastimar orgullos y atormentar complejos. Recordéis que Geño trae sus propias broncas. Una de ellas es lograr que no lo quemen en leña verde  como pretenden aquellos que muy pronto perdieron la memoria pero encontraron rencores y sentimientos de venganza que los ridiculizan y colocan en calidad de malagradecidos y traidores. Usted ya sabe quiénes son.

SUCEDE QUE

Ya no es secreto la recuperación de Andrés Manuel López Obrador. De esto dan cuenta las concentraciones logradas en todo el pais. En Tamaulipas recién se le vio muy activo, tanto o más que hace seis años, allá cuando no imaginaba “el compló” que se preparaba en su contra. Y en la capital de san Luis Potosí el escribidor tuvo oportunidad de comprobar que efectivamente “el peje” está de regreso, aun cuando nunca se ha ido. Mientras tanto confiada  la república espera se convierta en sucesor de Calderón. Entonces el ejercicio del poder sí tendrá dirección y sentido.

Y hasta la próxima.

(sarama@live.com.mx
 
 

 

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