Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
4 de abril, 2012
Puesto que la campaña durará 90 días y el tope de gastos en el proceso de diputados federales es de 812 mil 680 pesos, significa que en promedio los candidatos pueden gastar 9,029 pesos diarios.
Nueve mil pesos diarios es un mundo de dinero para la chiquillada y en cambio obliga a los partidos grandes a ser muy cuidadosos de la manera en que gastan el dinero, para no violentar los topes.
En el caso de los partidos pequeños, se sabe que los candidatos reciben entre 60 mil a 250 mil pesos, de parte de la dirigencia estatal, recursos que a su vez los libera el Comité Ejecutivo Nacional. Además del recurso en efectivo, se les da otra parte en especie, especialmente pendones, camisetas, gorras y algún otro tipo de propaganda que permita a los candidatos promoverse ellos, o al propio partido.
En la chiquillada los recursos no solo son raquíticos sino que encima el candidato siempre quiere quedarse para sí con parte de esos recursos, argumentando que durante la campaña tiene que pedir una licencia en su trabajo o desatender sus negocios, si los tiene y para compensar esa perdida de ingresos, merece una especie de sueldo, o más bien super sueldo, durante los meses de campaña.
En cambio en los partidos grandes, ajustarse a los topes oficiales es un verdadero problema y se tiene que recurrir a muy buenos auditores fiscales para no incurrir en violaciones a la ley.
La realidad es que la revisión de los gastos a los partidos es muy superficial, pues tan solo el día de la elección se gasta mucho más que el tope fijado para las campañas.
A diferencia de hace dos décadas en las que los militantes de cada partido gustosos aceptaban representarlos en las casillas, sin pago de por medio e incluso sin pedir que les llevaran de comer, ahora los tiempos han cambiado y el representante de casilla pide que por lo menos se le pague una gratificación que va desde los 300 a los mil pesos, dependiendo del partido, esto además de que pide una dotación de refrescos, sus dos comidas y transporte, si la casilla queda retirada de su domicilio.
Los partidos no suelen aceptar en público que pagan a sus representantes de casillas, para no ser objetos de una revisión y como esto lo saben los propios representantes suelen darse casos en los que estos se embolsan el dinero y no se presentan en la casilla, sabedores de que nadie los va a demandar.
En el caso del PRI esta práctica de pagar a los representantes empezó cuando Horacio Garza compitió para diputado federal, en 1991, y como sabía que la CTM no lo quería, optó por crear su propia estructura electoral, pagándola de su bolsillo, lo que le permitió ganar y no dejo que le quitaran el triunfo en una mesa de negociaciones,
La práctica de pagar a los representantes terminó quedándose y con el tiempo los demás partidos terminaron copiando el modelo, pues es la mejor manera de garantizar que se cuiden las casillas y darle seguimiento puntual a la jornada electoral. El pago es una forma de estimular a los representantes a que estén vigilantes de lo que ocurre en su casillas, para que no haya anomalías.