Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
18 de abril, 2012
Hacer alianzas entre los partidos funciona para conservar el registro y favorecer a las dirigencias nacionales, pero en los municipios estas coaliciones son de papel.
Por eso no extraña que en el actual proceso exista una coalición PT-Movimiento Ciudadano-PRD, pero cada partido trabaja por su cuenta.
Realiza conferencias de prensa la candidata Lizbeth Marín Sánchez, y la acompaña gente del PRD, pero en cambio no van los del PT y los del Movimiento Ciudadano que terminan confesando que a ellos nadie los invita.
O hace eventos la candidata del PT, Diana Chavira, y no van gente del PRD, Movimiento Ciudadano ni del PT, porque a final de cuentas quienes la acompañan son estudiantes de la escuela que posee. Los partidos insisten en que no se les invita y quizá eso sea mejor, pues les evita tener que buscar palabras para disculpar su ausencia.
En el pasado esta desintegración se ha visto en las alianzas entre otros partidos, incluida la del PRI-Verde en la que el primero hace eventos, pero no invita a los del Verde.
Al final del día, las alianzas permiten que la chiquillada conserve su registro y obtenga prerrogativas del gobierno, pero todo esto se queda en las dirigencias nacionales, desde dinero, posiciones e impunidad, a la prole no le queda nada, más que chambear. Y esta chamba la tienen que hacer en medio de muchas limitaciones, pues tienen que trabajar con las uñas. Ni siquiera se les envía recursos para comprar un bote de café.
No sería democrático bloquear las coaliciones, pero sui hacen falta nuevas y mejores reglas para garantizar que sí funcionen en la práctica y que dejen de ser un engaño para los ciudadanos. De hecho esta elección, en la que por primera vez los votos de los partidos coaligados se contarán de manera individual, permitirá a los partidos grandes cerciorarse sí valió la pena esa alianza.
Mientras tanto, sigue la guerra de las encuestas. Los partidos buscan desmoralizar a sus adversarios resaltando la diferencia de puntos entre uno y otro aspirante y enviando el mensaje de que esos resultados no se van a mover en mucho tiempo.
Y los que van abajo, tienen sus propias estrategias, desde descalificar los resultados hasta hablar de que en sus propias encuestas van por encima de sus rivales. Por eso no extraña que el equipo de Josefina Vázquez diga que en sus encuestas están a un punto del PRI o que el equipo de Andrés Manuel López Obrador maneje la versión de que está por encima del PRI en las encuestas que se realizan en las redes sociales.
Toda esta guerra de encuestas va a seguir en las próximas semanas y se van a intensificar conforme se acerque la elección. No faltará, incluso, el candidato que se conforme con resultar vencedor en alguna encuesta, sin importar que los resultados definitivos no lo favorezcan.
Al margen de la encuestas, a cada ciudadano le corresponde analizar las propuestas de los candidatos y decidir su voto por el que le parezca el mejor, o el menos malo.