Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
6 de mayo, 2012
Después de cada elección, sea local o federal, hay un reacomodo de fuerzas y este año no será la excepción.
Después del 2 de julio todo va a cambiar, gane quien gane. Y esto va ser en el país, en el Estado y en el Municipio.
En el caso específico de Nuevo Laredo, el PRI se ha propuesto una meta que suena increíble: aspira a ganar con más de 100 mil votos.
Hasta ahora la mayor cifra de votos obtenida en una elección fue en el 2010, con 83 mil 230 votos, pero se disputaba la alcaldía, en la que el candidato tiene oportunidad de negociar con los grupos afines más de un centenar de cargos administrativos y un presupuesto de más de 4,500 millones de pesos en todo el trienio.
En cambio, en una diputación federal solo uno es el ganador y su ingreso es alrededor de cinco millones de pesos en los tres años, de los que hay que descontar pasajes de avión, hospedaje y toda clase de gastos porque los grupos se le acercan al vencedor para que los ayude con los gastos del festejo a la madre, del padre, al maestro, al periodista, al abogado, al ingeniero, a la enfermera, por la navidad, por el día del niño, por el día de la mascota, por todo, porque a fin de cuentas festejar con el dinero de otros siempre gusta.
Si el PRI lograse una votación de más de 100 mil votos, lo que suena improbable, su candidata se convertiría en la coordinadora de los diputados de Tamaulipas y en un descuido hasta en la de toda la bancada priista. Como comparación baste mencionar que en el 2009, los candidatos priistas que más votos obtuvieron en todo el país fueron Rubén Moreira y Rodolfo Torre, y ninguno superó los 90 mil.
Si el PRI gana, será clave ver con cuántos votos gane. No es lo mismo ganar raspado, que con una enorme ventaja de 3 a 1, como ha sucedido en las elecciones locales del 2007 y 2010, pero en las que solo han salido a votar 4 de cada 10 ciudadanos registrados.
El problema del PRI es que aunque tiene un voto duro, este no es estable y es imposible medirlo antes de la elección. En el 2000, por ejemplo obtuvo 56 mil 599 votos y perdió; tres años después, bajo a 45 mil 516 y ganó; en el 2006, gano con 61 mil 533 y eso que su candidato era Horacio Garza; y en el 2009, volvió a ganar con 61 mil 512.
En las elecciones locales le va mejor. En el 2007, gano con 71 mil 293 votos y en el 2010, con 83 mil 239. En ambos casos, el PRI obtuvo 7 de cada 10 votos emitidos. Pero le ha ido bien, en función de que una elección de presidente municipal despierta más entusiasmo que una diputación.
Un triunfo holgado, consolidaría al actual grupo en el poder y le permitiría seguir trascendiendo en el próximo trienio. Pero si gana raspado, otra sería la historia y otros serían los protagonistas.
Ahora que en el eventual caso de que la oposición se alzara con la victoria, sea el PAN o el PRD, esto les ayudaría consolidarse para buscar la presidencia municipal el próximo año y buscarla en un ambiente propicio.
De hecho no dudamos que Glafiro Salinas se haya postulado con la idea de ganar y luego buscar la alcaldía; o postularse para que la ciudadanía lo conozca y el próximo año buscar la alcaldía.
Del resto de los contendientes, es probable que alguno de ellos este tan despistado que crea que si hoy se lanzo para diputado, el año próximo podrá exigir una regiduría de representación proporcional, por decir lo menos