Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
7 de marzo, 2013
El panista Francisco Javier Estebane anda contento porque crece la inconformidad por la imposición de Carlos Canturosas. Como se sabe, uno de los inconformes es el ex presidente del Comité Municipal, Eliseo Raúl Huerta, pero ahora se acaba de sumar otro ex dirigente local, molesto porque en el PAN, Rafael Pedraza le hace el feo.
Estebane está confiado en que ganarle a Canturosas en una competencia interna ya no se ve tan difícil, porque está convencido de que los apoyos de Canturosas están fuera del PAN y entre la cúpula panista, pero que otra es la opinión de los militantes. El problema es que desde la Ciudad de México lo quieran imponer como candidato, de la misma manera en que ha pasado en los últimos años.
Tanto a Estebane como a este grupo de panistas inconformes los anima el reciente discurso de Gustavo Madero, en el Consejo Extraordinario del PAN, en el que dijo que “el PAN debe ser un partido que se distinga por su vocación democrática, como la mejor forma para tomar decisiones, para elegir dirigentes y candidatos, para conciliar nuestros intereses”.
En una dura autocrítica, expuso que “nuestro partido se convirtió en un satélite de los gobiernos emanados de nuestras filas y, en el intento de participar en su ejercicio, nos desdibujamos como institución, contaminándonos de todo aquello que criticamos y propiciando una triste alienación de nuestra identidad”.
“Dejamos de lado nuestra vocación por la autonomía y convertimos al gobierno en nuestro punto de unión, cuando históricamente lo que nos ha unido siempre es nuestra doctrina, nuestros principios y nuestros valores”, subrayó Madero.
Desde que surgió a la vida pública, hace más de siete décadas, al PAN le dio por promover su vocación democrática, pero en el sexenio de Felipe Calderón, el partido se transformó en una agencia de colocaciones. El PAN se convirtió en un apéndice del gobierno y su vocación democrática dejo mucho que desear.
Hoy tienen la razón personajes como Francisco Javier Estebane, Juan Manuel Ramos, Eliseo Raúl Huerta, y otros no tan conocidos, cuando piden que sean los militantes los que toman las decisiones y sean ellos los que se equivoquen, porque ya están cansados de que desde la Ciudad de México se impongan candidatos que no dan resultados en las urnas y de paso dejan herencias malditas en el cabildo, pues los que ocupan un asiento, jamás se acercan al partido.
A mí, la verdad, siempre me ha gustado más el PAN de la década de los ochentas y noventas, con personajes como Eloy Vega, Evangelina Hernández, Gustavo Adolfo Valdez, Roberto Delgado, Francisco García Lozano, Cecilio Grimaldo, Noe Infante, Rafael Orozco, entre otros. Eran personas integras. Algunas perdieron negocios y familia, en sus batallas con el PAN y a favor de la democracia y Nuevo Laredo.
Después de ellos llegó una camada de panistas alejados de la gente, a los que no les interesa ganar, sino que se les ubique en los primeros lugares de la planilla de regidores para llegar al cabildo con el ánimo de resolver sus problemas económicos.