Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
16 de abril, 2013
Como una encuesta seria cuesta alrededor de 150 mil pesos --así se trate de la cuestionada Mintofsky—- tanto partidos como políticos se contentan con mandar hacer sondeos para medir las preferencias electorales de los ciudadanos.
Y como además quieren los sondeos a la voz de ya, lo más fácil es pararse en un supermercado o en una plaza pública y encuestar a todo el que se encuentran, sin importar que se trate de extranjeros, sin preguntar si tienen credencial y sin preguntar si irán a votar el día de la elección.
Como se trata de sondeos sin metodología científica, anti-profesionales, influenciados por el ánimo de alagar a tal o cual candidato --porque aún antes de empezar la encuesta se busca que los resultados favorezcan a fulanito—los resultados no son creíbles, por más que los organizadores se esfuercen en presentarlos como apegados a la realidad.
En estos tiempos también abundan los sondeos a través de páginas electrónicas o en programas de radio, en la que los directores no tienen empacho en avisarle al candidato de su preferencia que tal día arranca una encuesta, para que entere a sus allegados y los invite a participar.
Las encuestas si funcionan, pero en función de que sean profesionales y que quien las mande hacer no las manipule a su favor, que no se haga tonto solo.
Cuando el hoy defenestrado Tomás Yarrington se lanzó como aspirante a candidato a gobernador, Horacio Garza se lució organizándole un bailongo con el cantante grupero de moda, Boby Pulido, quien reunió a más de 50 mil almas y el día de la elección Yarrington ganó aquí con 15 mil votos y fracción. ¿Dónde se quedaron los otros 35 mil asistentes?
El año pasado, en el último día para hacer proselitismo, el PRI filtró los datos de una encuesta de Mitofsky donde se aseguraba que el tricolor ganaría los ocho distritos, con una amplia ventaja sobre el resto de sus adversarios y el resultado final fue muy diferente.
En estos momentos todavía no arranca la campaña y los dos principales partidos ya festinan su victoria aplastante.
Conforme pasen las semanas crecerá el número de supuestas encuestas favoreciendo a los candidatos y aunque en una elección se gastan fuertes cantidades de dinero, curiosamente hay partidos no quieren destinar 150 mil pesos a una encuesta seria. ¿Será porque temen que los resultados sean adversos?
Y es que es muy fácil ser bravucón y hablar de triunfos futuros, sustentados en el ánimo de creer que ahora sí se va a ganar la elección, aunque no se tengan suficientes simpatizantes para cubrir la totalidad de las casillas.
Como las empresas encuestadoras cada vez tienen menos credibilidad, seguramente muchos ciudadanos optarán para esperar la elección del 7 de julio, cuando empiezan a fluir las resultados de las primeras 20 o 30 casillas, que marquen una tendencia que claramente indique como van a quedar los resultados finales.