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¿Pan comido?

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19 de mayo, 2013

Ciertamente de los candidatos de la fórmula priista el más “débil” --entre comillas -- es Viviano Vázquez. Y conste, entre comillas.

A diferencia de Carlos Montiel, que ha sido diputado local  y fue gerente de Comapa durante cuatro años; de Fernando Castillo, que fue regidor, dirigente de la CNOP y del PRI; y de Cristabell Zamora, que fue  regidora, diputada federal y dirigente del Frente Juvenil Revolucionario, Viviano no esta tan toreado. En su curriculum político no incluye ningún cargo de elección, ningún cargo político y su paso por la administración pública se reduce al tiempo en que fue secretario particular de José Suárez López, cuando éste fue  alcalde de Nuevo Laredo. Esa inexperiencia electoral y política, en apariencia lo hace débil. La gran ventaja, es que la oposición tiene  aspirantes de muy poco peso: Enrique Rivas del PAN; Betty Martell del PRD; Martín Sánchez del PT; Diana Chavira, del MC. Ninguno de ellos ha ganado nunca una elección de mayoría. Tanto Enrique Rivas como Diana Chavira, no tuvieron que invertir dinero ni tiempo para el primero ser regidor y la segunda diputada, ambos por la vía plurinominal

Pero además, la oposición no se está enfrentando a  Viviano sino a lo que está detrás de él: el grupo Líderes Unidos y a su dirigente José Suárez López, que han demostrado tener capacidad para movilizar a más de cinco mil simpatizantes, lo que nunca se ha  visto en ningún partido opositor.

Líderes Unidos  va a participar en la actual campaña dispuesto a demostrar que son un grupo político activo, porque además de trabajar para sacar adelante a Carlos Montiel y a Viviano Vázquez, se va  a generar una  sana competencia con el Movimiento Territorial para  demostrar quién es mejor como grupo.

La competencia entre Líderes Unidos y el Movimiento Territorial, que por supuesto nadie del PRI lo reconocerá en público,  va a provocar que ambas organizaciones  trabajen intensamente en la promoción del voto, buscando tener el mayor número de  ciudadanos promovidos y el mayor número de ciudadanos llevados a las urnas, números que se podrán revisar después de la elección.

Tanto Cristabell como Viviano  deben sentirse muy,  pero muy confiados, en que el MT y Líderes Unidos los van a arropar con el manto de su simpatía y que  lo van a dar todo  en el territorio para que sus candidatos  ganen con el mayor margen de votos posibles. Por supuesto, en  toda competencia hay el riesgo de una derrota, pero esa palabra por el momento no  pasa por la mente de ninguna  de las dos organizaciones, empeñadas  no solo en que se gane la elección, sino también en demostrar quién es quién, dentro de las organizaciones  territoriales.

Antes de los  destapes de candidatos priistas, ante cada nombre que se mencionaba como posible  prospecto, los opositores  respondían: “Ese es facilito”, “con ese ya ganamos, “ese no trae nada”. A todos descalificaban. Para los opositores, todos los prospectos eran pan comido. Pero eso mismo, repiten  en cada elección, como al final  justifican sus derrotas con el argumento: No gano fulano… gano el PRI, es decir,  todo lo que  representa el PRI: su estructura electoral, su identificación con el gobierno, su identificación con los programas sociales, y un largo etcétera. Entonces ¿es fácil o no?

 

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