Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
20 de enero, 2010
Como era de esperarse, los priístas se unieron en torno a Rodolfo Torre Cantú y aunque hoy debe haber personajes a los que no les gusto, lo cual es natural, ya está puesta en marcha una operación cicatriz para que todos queden contentos. A diferencia de los dos últimos procesos sexenales de selección del candidato, el de hoy rompió con todo lo establecido. Todo mundo de recuerda como hace seis años, Oscar Lubbert terqueo hasta el último momento intentando que el proceso de selección se abriera, en tanto que personajes como Humberto Filizola y Homero Díaz anticipadamente declinaron a sus aspiraciones, con todo y que en el caso de que este último se decía que se quedó con mucha propaganda ya impresa donde se promovía como candidato. En cambio, Álvaro Garza se fue de candidato por el PRD. Y si nos vamos 12 años atrás, esa sucesión también tuvo momentos de tensión, primero cuando Diódoro Guerra declino y después hubo un fuerte grupo que se fue con Marco Antonio Bernal, convencido de que desde el centro del país se lograría imponerlo. Al final, Tomás Yarrington fue el candidato. Hoy en vez de permitir un proceso de consulta interna se optó por un candidato de unidad en el que de entrada se garantiza el respaldo de la mayoría y pocos son los inconformes, que además han sido discretos y han optado por no hacerlo público. Y en cuanto a los que apostaban por un candidato del centro y se preguntan porque Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones no impusieron al candidato, la respuesta es muy sencilla. En las dos últimas elecciones el PRI ha arrasado en las urnas. En el 2007 el PRI ganó en 35 de los 43 ayuntamientos y en los 19 distritos. El PAN y el PRD ganaron en municipios de muy poca población como Abasolo, Antiguo Morelos, Gómez Faríaz, Guemez, Llera, Méndez, Nuevo Morelos y Jaumave. En las elecciones federales del 2009 el PRI gano en los ocho distritos. Con estos antecedentes, lo más lógico era permitir que la sucesión gubernamental en Tamaulipas la decidieran los tamaulipecos. Muy distinto hubiera sido el panorama si en 2009 el PRI hubiese perdido cinco distritos –como paso en el 2000—y que en el 2007 hubiese perdido, digamos, cinco de los 43 municipios, pero que casualmente hubiesen sido Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Ciudad Victoria y Tampico. Ahí sí muy poco podría hacerse para impedir el arribo de un candidato del centro. Y mientras esto pasa en el PRI, hay expectación sobre quién será el candidato del PAN. Si es Francisco Cabeza de Vaca la suya será una campaña de descalificaciones y declaraciones estridentes. No dejará títere sin cabeza y andará en el territorio con la espada desenvainada, dispuesto a descabezar a quien se deje. En cambio con José Julián Sacramento es de esperarse una campaña más propositiva, de respeto a los rivales, con poco ruido, pero con muchas nueces.