Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
31 de mayo, 2010
Solo faltaba que el gobierno panista dudara de los héroes fundamentales de la historia nacional. Pero ya lo hizo presentando cuatro calaveras marcadas como en cualquier tienda de antigüedades, sea reduciéndolos a simples curiosidades que nada, nadita de nada tienen que ver con el arrojo, valor y todo lo que representaron cuando estaban en pleno uso de sus facultades. En 1811 fueron decapitados en Chihuahua Ignacio Allende, Mariano Jiménez , Juan Aldama y Miguel Hidalgo. Como sabemos los realistas depositaron sus cabezas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas siendo el encargado de la operación nada menos que Agustín de Iturbide, mismo que diez años después entre honores, discursos y salvas de cañón descolgó aquellas jaulas de contenido cadavérico pa’ elevarlos de nueva cuenta, solo que al infinito y en calidad de héroes patrios. Los verdugos de entonces se acomodaban a los nuevos tiempos. Ni como negar que Iturbide es un ícono del panismo. El asunto es que el pasado fin de semana a Calderón se le ocurrió que las calaveritas debieran ser extraídas de donde placenteramente descansaban, sea a los pies del Ángel de la Independencia, y conducidos al Castillo de Chapultepec a efecto de darles una checadita pa’ comprobar si son los mismos que hace casi doscientos años iniciaron el alboroto mexica. De acuerdo con la información oficial analizarán el respectivo ADN pa’ ver, creo yo, si no se trata de impostores que aprovechando quizá una de los tantos festejos colaronse hasta el sagrado recinto donde la patria agradecida les mantenía como sus héroes favoritos. En este sentido pareciera que en dos siglos es la primera ocasión que hay duda sobre la existencia de los interfectos. ¿Y qué tal si fueron solo genial invento?. Usted dirá que siempre es bueno reciclar los símbolos de la mexicanidad pa’ mantenerlos vigentes, y pue-que tenga razón, pero en este caso no es justo que se presenten al gran público como un montón de huesos que ni siquiera sabemos si son de quienes creíamos eran. Ya ve que la duda es madre de la desconfianza. Ahora resulta que como cualquier paternidad bajo sospecha los que nos dieron patria y libertad deben pasar la prueba del añejo, nomás pa’ ver si en verdad merecen el título que la historia les endilgó en estos doscientos años de tanto desmother. Y en esas están, por lo pronto declarados inexistentes por el gobierno panista, hasta que no demuestren lo contrario, cosa que aquí entre nos, va a estar pero bien caón. En conclusión, los mexicas estamos al punto de perder a nuestros héroes originales, que será como quitarnos la esencia, prestancia, sustancia y constancia de lo que fuimos, somos y queremos ser. ¡Ah, chingá!. Pero, ¡ea!, no sería en balde porque nacen las superestrellas del espectáculo y la enajenación que llegan rodando, como suelen hacerlo aquellos cuyo destino depende de un balón. ¿Qué Hidalgo siempre no existió?. ¡Ah!, pero “el Gío” Dos Santos, ¿qué tal?, y hasta de ascendencia brasileira pa’ que el asunto sea más guapachoso. ¿Qué Ignacio Allende fue puro cuento?, sí, pero tenemos a “el Cuau” que viejito, pedísimo, mujeriego y todo, es el galán de moda en la farándula. Y luego con esos pases de taquito que ya los quisiera el mentado Messi pa’ un fin de semana. ¿Qué don Mariano Jiménez fue producto de la imaginación popular?. A lo mejor, aunque poco importa porque ahí está Memo Ochoa apadrinado por el canal de las estrellas y modelo más que imprescindible en los comerciales de bebidas light. ¿Qué Juan Aldama solo fue personaje de novela?. Puede ser, pero pa’ este invento presentamos a “el rafita” Márquez con el simpático “zezeo” que lo ubica como real y embajador auténtico de don Carlos l, aquel hijo de Juana “la loca” y Felipe “el Hermoso” que tuvo a mal ordenar la invasión a mexicalpan de las tunas en la mera cúspide del imperio gachupín, marcada con la caída de Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521. Y eso nomás pa’ que vean que todo tiene su recompensa en la vida. Hasta la próxima.