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El juego político

Martín SIFUENTES

12 de julio, 2011

  • Se preparan en el PRI-Tamaulipas para seleccionar a sus candidatos
  • Muchos tiradores y pocas candidaturas para diputados y senadores
  • Pascual Ortiz Rubio, Presidente impuesto de México, de 1929 a 1932
  • Plutarco Elías Calles ordenaba y el pueblo le decía “El Nopalito”…

 

 

Los políticos suelen ‘manejar’ listas de aspirantes a los puestos de elección popular. Y utilizan los medios para desprestigiar, o bajar, a sus ‘enemigos’ políticos. Así ha acontecido en México, desde hace por lo menos, 82 años.

   En Tamaulipas comienza a ‘calentarse’ el juego político y es poco el parque y muchas las urracas. De ahí que basta recordarles que sólo hay 8 candidaturas para diputado, por cada partido, y 2 candidaturas para senador.

   El gran premio siempre se busca en una candidatura plurinominal, para no hacer campaña y no gastar. Ese es el gran premio, como sacarse la lotería sin comprar número.

   Pero, decíamos, en Tamaulipas comienza a ‘calentarse’. Y así es, comienzan a aparecer ‘listas’ y los políticos, desde luego, amoverse.

   En días pasados encontramos en el restaurante del Gran Hotel Residencial a los ex diputados locales Jaime Seguy y Jesús Tapia Fernández. Y vea usted lo que son las cosas, ambos hablaban de la posibilidad de alcanzar una candidatura para diputado federal.

   Pero vea usted los que andan ‘tirando balazos’ buscando una candidatura. Ramón Cisneros, por Matamoros; Carlos Sánchez, por Tampico; Edras Romero, por Madero; Rigoberto Garza Faz, por Reynosa, y Servando López Moreno, por la Riberaña.

   También se mencionan al secuestrado Humberto Valdez Richaud, a Eliseo Castillo tejada y al ex Alcalde Homar Zamorano Ayala.

   Pero los ‘buenos’ no necesitan hacer campaña, como el Lic. Raúl César García González y el Dr. Felipe garza Narváez, por ejemplo.

  Mientras que para ir a integrarse al Senado de la República, la ‘pelea’ está más reñida.

  La lista es larga: La quieren Enrique Cárdenas del Avellano, Humberto Filizola, la diputada Guadalupe Flores Valdez, el actual diputado federal Baltazar Hinojosa Ochoa, los ex gobernadores Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington Ruvalcaba, y Eugenio Hernández Flores. También Homero Díaz Rodríguez, Morelos Jaime Canseco Gómez, entre otros.  

  Probablemente uno de este grupo irá como candidato plurinominal.

  La verdad es que apenas comienza la danza política. Allá por diciembre estarán los cañonazos para definir las aspiraciones.

   PASCUAL ORTIZ RUBIO

  ¿Sabe usted quién fue el ingeniero Pascual Ortiz Rubio?

  Fue el primer Presidente de la República impuesto por el general Plutarco Elías Calles, al iniciar la era que se conoce como el “maximato”. Los otros dos Presidentes de la República que sucesoriamente impuesto el ‘Jefe Máximo’ fueron el tamaulipeco Emilio Portes Gil y el sonorense Abelardo L. Rodríguez.

  Pero en esta ocasión hablaremos de Ortiz Rubio, a quien el pueblo le impuso el remoquete de “El Nopalito”.

  ¿Qué le parece nuestro nuevo presidente?, le preguntó orgullosamente Calles al ministro Pani, quien respondió con franqueza:

   “Si hubiera usted dispuesto de la linterna de Diógenes para buscar entre los deciséis millones de mexicanos el menos apropiado para Presidente, seguramente hubiera usted dado con el ingeniero Ortiz Rubio”.

   Calles hizo un aparente gesto de desconcierto pero conocía perfectamente las razones que lo impulsaron a llevar a Ortiz Rubio a la presidencia: su carácter mediático, no contar con el respaldo de un grupo sólido dentro de la política nacional y haber estado fuera del país los últimos años, dirigiendo cómodamente la embajada de México en Brasil. Quienes lo apoyaban, lo hacían más para detener el obregonismo latente que por sus cualidades inexistentes. En sus Memorias el cacique potosino Gonzalo N. Santos recordaría una pintoresca escena:

   ¿Qué clase de hombre es Ortiz Rubio?, le pregunté a Riva Palacio, y me contestó en presencia del representante del presidente (Portes Gil): “Mira, hijo de la chingada (chingadita, para que no te asustes) –así nos tratábamos-, es tan hombre como Obregón y Calles”, “¿Tu respondes?, le pregunté. “Yo respondo, chingo a mi madre si no nos cumple”. “Bueno – le dije-, tumbando y herrando, vamos a organizar nuestro grupo, y a trasladarnos a ver a Calles para proponerle que nos deje lanzarlo como candidato”.

   Los revolucionarios sabían que lo sucedido en Querétaro –en marzo de 1929- durante la Convención del PNR, había sido un madruguete de Calles. Visionario como siempre lo fue, tenía puesto el ojo en Ortiz Rubio desde hacía unos meses. Se daba por hecho la designación del obregonista Arón Sáenz pero el Jefe Máximo “tiró línea” a favor de Ortiz Burro –como ya lo llamaba la oposición- y encome3ndó a Gonzalo N. Santos la misión de sacar adelante la candidatura  del michoacano. A punta de pistola y con falsos miembros del partido – que tenían voz y voto en la decisión final-, Santos logró la candidatura de Pascual.

   Aún así, nadie daba un peso por el ex embajador. Si José Vasconcelos, candidato de oposición, no era popular entre el pueblo – su bastión fue la clase media-, don Pascual lo era menos. Sin embargo, contaba con el respaldo de Calles, del presidente Portes Gil y de toda la maquinaria revolucionaria. La lógica fraudulenta de la revolución institucionalizada era sencilla: no se habían tentado el corazón ni con sus propios  partidarios para deshacerse de Sáenz, no tenían por qué hacerlo cuando estaba en juego la silla presidencial. El 17 de noviembre de 1929 se verificó el magno fraude – el primero en la larguísima historia de fraudes del partido oficial- y Ortiz Rubio nuevamente, como el caballo negro, llegó en primer lugar a la meta.

   Durante todo su gobierno trajo el santo de espaldas. Su toma de posesión sólo podía augurar cosas peores. Después de protestar como presidente en el flamante Estadio Nacional, ante el Jefe Máximo y su séquito, Pascual se dirigió a Palacio Nacional a ocupar sus oficinas. Momentos antes de entrar fue víctima de un atentado: recibió un rozón de bala en la mandíbula.

   “Un presidente  auténtico –escribió su ministro Alberto J. Pani –habría aprovechado el frustrado crimen para consolidar su situación. Si al día siguiente recorre a pie, vendado y enteramente solo las calles que conducían a sus oficinas, lo hubiera seguido una multitud aclamándolo y confirmando popularmente la imposición oficial de que procedía. En vez de esto, se encerró a piedra y lodo en sus habitaciones, se volvió inaccesible hasta para algunos de sus colaboradores inmediatos y se rodeó de toda suerte de precauciones contra una posible repetición del atentado. Aquello, considerado como manifestación de miedo, bastó para que el presidente perdiera  toda la autoridad de su investidura”.

   Nadie lo respetaba. Decían que de joven había sido tan afecto a la carrera de armas que se uniformaba sin ser militar. La propia clase política parecía haber encontrado el apodo perfecto llamándole el “nopalito”…por baboso. En una visita oficial al manicomio de “La Castañeda”, el presidente intercambió unas palabras con un loco, que después de un rato de conversación le preguntó: “Tú quién eres”, a lo que respondió Ortiz Rubio: “soy el Presidente de la República”. “¡Callate!” repuso el loco, “pues a mi me tienen aquí  recluido desde hace tres años, nomás porque dije que era napoleón”.

   Don Pascual reconocía la autoridad moral que tenía Calles sobre la Presidencia de la república y en cierto modo aceptaba su estado de subordinación. Cuando se le proponía algún acuerdo importante para el país, antes de aprobarlo preguntaba al ministro en turno: “¿Consultó ya al general Calles?” Pero lo intromisión del Jefe Máximo llegó a ser tan evidente – moviendo y removiendo a los miembros del gabinete- que Ortiz Rubio se convirtió prácticamente en un títere, en una figura decorativa sin poder alguno. Y con la poca dignidad que aún guardaba decidió no permanecer ni un minuto más en el poder. Renunció en septiembre de 1932 y partió para el exilio.

  Años después, de vuelta en México, aún resonaban en su cabeza la burla, el chiste a sus costillas y un curioso verso de los días del vasconcilismo que se mofaba de su personalidad:

   “Si es usted un animal

   de su voto a don Pascual.

   Si son puros sus anhelos

   vote usted por Vasconcelos.

  DE ESTO Y DE LO OTRO

  El presidente municipal, Ingeniero Alfonso Sánchez Garza, ha apurado al director de Obras Públicas para que le ponga mayor énfasis al programa de bacheo de 10 millones de pesos que está en marcha, y que la ciudad pueda verse ya mejor, pues las últimas lluvias destaparon más baches e hicieron de mayor dimensión los existentes.

  Josefina Vázquez Mota superó por primera vez al senador Santiago Creel Miranda, en las encuestas que se efectúan para medir el grado de popularidad y cómo votarían los panistas por quienes buscan la candidatura. De esta forma, Vázquez Mota ya es primer lugar al rebasar por primera vez a Creel Miranda.

    El gobernador Egidio Torre Cantú y su esposa María del Pilar González de Torre Cantú van a entregar 72 mil despensas mensuales para combatir la pobreza en Tamaulipas, lo que será un buen récord.

   Aquí dejamos esto por hoy.

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