Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
26 de noviembre, 2010
Ha sido una jornada larga y fatigosa, pero altamente satisfactoria. ¿A quién no le gustaría ser gobernador de Tamaulipas aunque ello implique sacrificio personal?. El sexenio culmina formalmente el 31 de diciembre será entonces la despedida de Eugenio Hernández Flores que al tiempo será inicio de la historia que escribirá Egidio Torre Cantú.
No es un secreto que ambos trabajan por el estado desde hace tiempo. El presupuesto aprobado para la Federación es evidencia de que son excelentes gestores y de que a partir de enero Tamaulipas estará en las mejores condiciones para seguir avanzando.
Entonces habrá que seguir caminando por la ancha alameda del desarrollo. Todo cambio supone desconcierto y en veces confusión, aunque en nuestro caso la regla es excepción por la sencilla razón de que hay coincidencia en el objetivo de conservar y aun ampliar la grandeza del estado, y por consecuencia el estilo y la calidad de vida de sus habitantes.
Este domingo Geño entregará a la representación popular su sexto informe y con ello el recuento de la obra magnificada por la vocación de servir en lo que primero fueron sueños o proyectos y ahora realidades que se fueron multiplicando, hasta convertirse en lugares comunes de una sociedad exigente pero agradecida.
Ha sido una jornada larga, digo, pero de enorme recompensa moral. En este sentido Geño podrá seguir caminando con la frente en alto sabedor de que aprovechó la oportunidad que le ofreció el destino. Y que ciertamente no a cualquiera se la ofrece. Por eso insisto, ¿ a quién no le gustaría ser gobernador de Tamaulipas?.
Es un privilegio que dura un sexenio pero abarca toda la vida proyectado a una descendencia que sin duda mostrará el orgullo de un familiar que supo desempeñar con honor y dignidad, el cargo más importante del estado.
Para lograrlo habrá que ser sencillo, modesto e inteligente. Y Geño lo es, “por cualquier lado que se le vea”, como decimos por acá. Es el mismo que el escribidor conoció en los albores de su carrera política “haciendo talacha” en el PRI y como alcalde, diputado federal y gobernador. Seguro será el mismo como exgobernador.
Usted dirá que como a cualquiera podría ganarle la nostalgia, y tiene razón porque es parte de la naturaleza humana, pero también es seguro que lo superará por esa adecuación a la realidad que tan bien se le da a Geño.
De manera que culmina un sexenio de tolerancia y libertad. En Tamaulipas no sucede lo que en otras entidades donde las diferencias y confrontaciones obligan a que los funcionarios salgan por la puerta de servicio.
Acá quien quiso protestar lo hizo, en la seguridad de que el diálogo superaría las diferencias. Obreros, productores agrícolas, maestros y el resto de la sociedad civil encontraron a una administración siempre dispuesta a alcanzar acuerdos de beneficio común.
Que somos víctimas de circunstancias ajenas al quehacer ciudadano, ni como negarlo, aun cuando nos consuele que es un fenómeno extendido por toda la nación donde las mayorías no somos culpables.
Eugenio Hernández Flores cierra el capítulo que le tocó escribir y lo hace en plenitud de facultades, con la convicción de haber cumplido con la parte que le correspondió en la historia de Tamaulipas.
Ya le digo, habrá satisfacción y nostalgia y probablemente la impresión de que algo pudo quedar pendiente, pero de eso ya se encargará Egidio. Como dicen en el ejército, “la guardia terminó, es tiempo de descansar”.
Por su parte el futuro gobernador encuentra a un estado poblado de buenos afectos y mejores intenciones, ¿cómo olvidar el gran sueño del ausente que supo compartir con todos?. Es la oportunidad de Egidio.
Y hasta la próxima.
(Comentarios: maxi-avila@hotmail.com)