Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
29 de noviembre, 2011
La espera fue larga, fría, muy de mañana para algunos, además de emociones contrastantes, algunos reían; otros con su rostro serio, seguramente recodaban ese problema personal, mientras otros, caminan lento, pero con la esperanza segura de verlo.
Estaba programada la llegada a las 8:00 horas, pero el desperfecto de uno de los neumáticos lo hizo retrasar, sin embargo a las 8:45 horas comenzó a entrar el convoy, escoltado por elementos de Tránsito local, así como de la Policía Federal.
Ahí estaba, eran dos vehículos del Vaticano, con los símbolos, color blanco, los cuales eran custodiados por elementos de seguridad de la Conferencia Episcopal Mexicana, la primera parada, la plaza Mariano Matamoros.
La gente comenzó a tocar el vehículo, tras los cristales ahí estaba, en su figura de cera, con la sangre envuelta en el símbolo del Santísimo, la vestimenta, la estatura y hasta el color de piel, todo coincidía, el Beato había llegada a Matamoros.
Se le pidió orden a la gente, nunca lo hubo, pudo más el fervor que las instrucciones que dieran los sacerdotes ahí reunido, los feligreses comenzaron a tocar el automóvil, con el llanto a flor de piel, el santo padre estaba presente.
Después, ya a las 9:30 horas el recorrido por las calles de la zona centro, la Morelos, la única por donde circuló, la gente en las banquetas, aplaudieron, movían las banderas blancas, algunas amarillas y hasta globos de los colores que simbolizan al Vaticano, la mayoría pidiendo paz.
Casi fue difícil llegas hasta la calle Quinta entre Morelos y González, frente a Catedral, las reliquias bajaron ante el remolineo de la gente, que quería tocar, que quería ver, al fin estaba en la puerta principal.
Ahí se dio paso a la entrada, la misa oficiada por el señor obispo, Ruy Rendón, acompañado de un nutrido grupo de sacerdotes, esto ya casi a las 10:00 horas, mientras estaba la misa, la gente comenzó a pasar.
De uno por uno, llegaron hasta las reliquias, algunos lloraban, otros tocaban el cristal que protege la figura, con rosarios, poster, estampas del Santo Padre, ahí quedaba el fervor, la fe, la creencia de un Papa que hoy es beato y tal vez en poco tiempo será un santo, el Santo Juan Pablo II.