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Otra historia

Raúl HERNANDEZ

30 de mayo, 2012

En los tiempos en que Tomás Yarrington Ruvalcaba era virrey en Tamaulipas, uno de sus grandes amigos aquí en Nuevo Laredo era el transportista Oscar Hinojosa Sánchez  y esa amistad la corroboró haciéndolo diputado local y presidente del Comité Municipal del PRI.

Pero además, Hinojosa le sugirió, y Yarrington lo acepto, que  hiciera jefe de la Oficina Fiscal del Estado a Gerardo Reséndez Garza. Este es todo un tipazo. Hombre serio, atento, reservado, entregado a sus responsabilidades, que confió  demasiado en sus colaboradores, de tal manera que no faltó un pillo que se aprovecho para hacer negocios a su nombre.

Pronta, la Procuraduría de Justicia, aprehendió a Gerardo Reséndez y se apresuró a encerrarlo en el desaparecido penal de La Loma, sujeto a proceso, aunque como a fin de cuentas era un personaje público, además de  muy estimado, se logró que lo dejaran en calidad de considerado, en un área especial, sin contacto con los demás reos.

Días después de su bochornosa detención. Tomás Yarrington visitó Nuevo Laredo y realizó un evento en los terrenos de la Feria y Exposición Fronteriza. Hasta allá fueron a verlo un grupo de políticos y empresarios, encabezados por Manuel Canales Escamilla, entonces diputado local, además de Oscar Hinojosa, Horacio Garza, entre otros. Lo abordaron mientras caminaba y el diputado Canales le pidió interceder por Gerardo Reséndez, de quien dijo que era un hombre proveniente de una familia respetada, una persona decente, injustamente inculpada.

La respuesta de Yarrington, fue breve y  llena de soberbia: “La ley es la ley, si el señor es culpable, que pague y si es inocente, será liberado”.

Gerardo Reséndez duro preso algunos meses,  hasta que salió libre,  al obtener una sentencia  de libertad absolutoria.  Cuando salió no tuvo problemas para reintegrarse a la sociedad,  que nada tenía que perdonarle, pues el hombre era  inocente de   las imputaciones que se le  hicieron.

Hoy lo que Yarrington dijo de Gerardo Reséndez se aplica a él mismo: Si es culpable por los delitos que las autoridades estadounidenses le imputan, deberá pagar; si es inocente, saldrá libre.

La vox populi, ya  condenó a Yarrington, pero para suerte de él esa no vale. Para  su mala suerte, los que quieren juzgarlo son las autoridades estadounidenses y ahí de nada le vale que se diga amigo del ex presidente George Bush, quien seguramente  ya lo borró de su lista de amigos.

En medio de todo esto, entre los priistas tamaulipecos  hay temor sobre el impacto que tendrá el caso Yarrington en las elecciones del 1 de julio, sobre todo por su eventual detención y procesamiento. A nuestro juicio si este impacto se manifesta de manera negativa, será solo dentro de Tamaulipas.

En este sentido el deslinde que hizo Pedro Joaquín Coldwell llegó muy tarde y llegó en razón de  que quienes lo investigan son las autoridades estadounidenses, pues si fueran las mexicanas, estaría acusando al Presidente Felipe Calderón  de usar el caso con fines electorales y Tomás sería Don Tomás paseándose muy orgulloso por todo el territorio nacional

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