Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
13 de julio, 2012
Suele suceder que personajes que arriban a posiciones políticas por la vía plurinominal les da por dar cátedra de democracia y por ostentarse como representantes auténticos del pueblo.
Sin embargo, cuando se postulan a cargos de elección por la vía de mayoría no solo pierden, sino que son vapuleados. ¿Dónde quedó el respaldo popular de que gozaban?
Cuando en el 2007, Diana Chavira llegó a la diputación por la vía plurinominal, sin tener militancia en el PRD, le dio por ostentarse como la impulsora de la democracia.
Hace algunos meses, cuando se postuló para una senaduría y fue acusada de falsificar un documento para apoderarse de la candidatura, se defendió con el argumento de que el gobierno quería detenerla porque sabían lo bien preparada que estaba –tanto como haber propuesto cambiar la fecha de la conmemoración de la Revolución para que coincidiera con el aniversario luctuoso de Juan Antonio Guajardo Anzaldúa--.
Diana hizo una campaña tan pobre que terminó con 38 mil 332 votos en todo el Estado, muy distantes de los 549 mil 683 del PAN. En Nuevo Laredo, donde está su bastión, obtuvo 1, 795 votos…. ¡Pero un momento! En realidad esos 38 mil 322 y esos 1,795 votos no fueron de Diana Chavira, son los votos duros – ¿o serán blandos?-- del Partido del Trabajo.
Con esos números, la familia Chavira quiere doblar a todo un gobierno.
Pero no solo Diana Chavira corroboró que las masas no la siguen, igual le paso al diputado del Partido Verde, Jesús González Macías quien llegó al Congreso por la vía proporcional --en una alianza con el PRI—y en este año buscó ser senador y terminó con 49 mil 052 votos.
Aparte de que estos grandes “demócratas” solo pueden ganar por la vía de minoría, luego resulta que hasta para jugársela por esa vía suelen pensarlo dos veces.
Hace algunos años, aquí en Nuevo Laredo hubo un regidor del PAN al que su partido le pidió registrarse como candidato a diputado de minoría y él no quería porque eso lo obligaba a pedir licencia por tres o cuatro meses, tiempo en el que dejaría de percibir sueldo, además de que para registrarse tenía que pagar 8 mil pesos y eso le parecía una exageración.
Al final, a regañadientes, se tuvo que registrar, con tan buena suerte que terminó siendo diputado.
Y ¿estos son los grandes demócratas? Por favor, son mercenarios de la política. Chupa sangres del erario, como diría el gran Palillo.
Hubo una época en el pasado en que ser opositor al PRI era sinónimo de valentía y de honestidad. Ser opositor podría implicar persecución policial y fiscal y muchos terminaban en la cárcel o en la calle, pero el concepto cambio en las últimas dos décadas. Hoy no basta con que una persona sea opositor al PRI para que todo mundo de por sentado que se trata de una buena persona. No, ahora esos políticos tienen que demostrar que no los mueve el interés del poder o del dinero, sino que incursionan en la vida política porque quieren a su ciudad y buscan que las cosas se hagan bien.