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Hasta con la cubeta

Raúl HERNANDEZ

20 de julio, 2012

El panista Francisco Javier Estebane Ponce insiste en  criticar muy fuerte a  sus propios compañeros de partido, lo que lo acerca a su expulsión.

Pasadas las elecciones, dejo por la paz a Glafiro Salinas Mendiola y ahora ha concentrado sus baterías en contra del agente aduanal Rafael Pedraza Domínguez a quien  señala como representante del PRIAN, es decir, un panista disfrazado de priista.

Dice que si Pedraza llegase a ganar las elecciones internas del PAN y se convirtiera en su nuevo dirigente municipal sería un retroceso para el partido, porque estaría más interesado en quedar  bien con el PRI que con el PAN.

Al margen de si tiene o no razón en sus planteamientos, la realidad es que la actitud crítica de Estebane tiene molestos a muchos panistas que están convencidos de que sus dardos venenosos no son espontáneos y que poderosos intereses están atrás de él. Eso es lo que dicen los panistas, idea que no comparte este servidor.

Los estatutos del PAN castigan las críticas públicas que lance un  militante en contra de sus dirigentes o de sus militantes. Eso lo sabe todo panista y eso es lo que se le reprocha a Estebane: que no honre los documentos de su partido.

A actuado con tanto salvajismo en contra de  Galfiro Salinas, como lo hizo antes con Carlos Bulás, con Salvador Rosas y otros más, que en un ejercicio de auto crítica haría bien en presentar su renuncia al partido, para entonces sí  írseles a la yugular a los panistas que tenga en su lista. Así saldría ganando él, al no tener que estar atado a unos estatutos partidistas con los que no está de acuerdo, y también ganaría el PAN al  ya no tener que andarse cuidando de lo que diga uno de sus militantes. De  hecho, la presencia de Estebane tiene incómodos a los panistas pues están convencidos de que lo que digan o dejen de decir, cuando él esta, tendrá repercusiones más adelante. Le han perdido la confianza, si es que algún día se la tuvieron.

Siempre hemos  admirado, en cierta forma, la capacidad de los priistas de darse hasta con la cubeta, antes de que se elija a un candidato. No hay misericordia en ninguno. Hacen lo que esté a su alcance para denostar al contrario. Y en ese afán de lastimar no sé miden y hasta involucran a las familias. Sin embargo, una vez que  hay candidato, hacen a un lado sus rencores para apoyar al elegido.

En cambio, los opositores al PRI no tienen esa misma concha. Los que se inmiscuyen en pleitos salvajes antes del candidato, siguen igual de irritados cuando hay candidato. Y esta división termina  perjudicándolos en  beneficio de los priistas.

El divide y vencerás  que recomendaba Maquiavelo  cobra un enorme significado  cuando los opositores se hacen daños así mismo. Y eso es lo peor, que se hagan daño sin la intromisión de los adversarios.

El propio Estebane ha comentado que su expulsión de las filas del PAN lo tiene sin cuidado, pues el PAN nada le  ha dado. Razón de más para que él mismo tome una decisión y se les adelante,  renunciando a su militancia. O al menos separándose un tiempo, para meditar que es lo que más le conviene.

 

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