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Raúl HERNANDEZ

7 de octubre, 2012

Que buena  puntada se aventó el diputado federal del PRD, Martí Batres, al proponer que  a los legisladores se les pague por hora y que sean sujetos a la revocación de mandato, por improductividad.

Se trata de una propuesta inviable, que busca  ganar espacios en los medios de comunicación y de despertar comentarios frente a una  taza de café, pero realmente no es nada seria. No nos imaginamos a los  500 diputados, a los 128 senadores, a los diputados de los 32 entidades y a los regidores,  aprobando una ley para pagarles por hora.

Ciertamente, en México el Poder Legislativo, tanto federal, estatal y municipal, deja mucho que desear, además de que  los legisladores obtienen sueldos fabulosos, de 160 mil pesos mensuales, en el caso de los federales y de 70 mil en el caso de los regidores.

A cambio de esos sueldos fabulosos, poco trabajo se les ve, a la mayoría de ellos. En Nuevo Laredo, de los 23 ediles, a lo mucho una tercera  parte cumple con su trabajo. La mayoría, asiste poco a sus oficinas, en las juntas de cabildo con invitados de palo,  y lo mismo ocurre en las reuniones de comisiones. Solo se les ve activos a fin de cada año, cuando pelean aguinaldos de 400 mil pesos y un bono de fin de trienio, de un millón de pesos.

Todo esto se replica en los congresos estatales y en el Congreso Federal y no hay nadie, absolutamente nadie, que intente frenarlos. Propuestas como la de Martí Batres tienen como destino el cesto de basura y él, bien que lo sabe. Si le tomarán la palabra sus compañeros, sería el primero en protestar: “Espérense, si no hablaba en serio”, les diría.

Si a Maximiliano Robespierre le tocase ser el vigilante en México del cumplimiento de la moral republicana entre senadores, diputados federales, diputados locales y regidores, terminaría o enloquecido o  agotado, por no tener nunca descanso en la aplicación de las sanciones.

Nuestro poder legislativo está agotado y no es con propuestas como de la Batres como se sacudirá la modorra. Durante mucho tiempo más, seguiremos viendo  gente mediocre en el Senado, en  la Cámara de Diputados, en los congresos estatales, en los cabildos municipales. Nos tocó la condena de los  100 años  de la novela de Gabriel García Márquez.

Mientras tanto, en el curso de esta semana, si no es que este día, llegará la confirmación de Rafael Pedraza Domínguez como Presidente del Comité Municipal del PAN, cargo que ganó en la elección del 23 de septiembre. Lo de su confirmación es mero trámite.

Por cierto, que desde esa elección, el buen Rogelio Soto anda desaparecido y ya no se le  lee ni en el facebook. En cambio, Juan Manuel Ramos le dio vuelta a la hoja, aunque insiste, ante quien lo quiere escuchar,  de cómo puso los puntos sobre las íes en su discurso ante la membresía del PAN, ante la cual se quejó de que durante el proceso se orquestó, desde  el mismo partido, una campaña dizque para desprestigiarlo.

En cambio, algunos de los que colaboraron en su campaña, opinan que perdió –y gacho, 113 contra 27—porque le  gano el estómago y en política se tiene que sumar, al menos hasta en tanto no se llega al lugar deseado. Una vez en la cima, cada quién determina si divide y resta.

 

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