Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
8 de noviembre, 2010
1.-En estas noches de frío, de duro cierzo otoñal llegan hasta el cuarto mío las coplas del arrabal suplicando que no desaparezca la medicina social. Mire que ha costado muchas honras, mire que ha soportado los embates de gobiernos reaccionarios que ya quisieran convertir a las calles en cementerios de pobres. Como en la edad media en que los leprosos pasaban a ser más apestados que un político de capa caída.
La medicina social, señoras, señores es tal vez el único logro valedero de la mentada Revolución del 10 y a ella se atienen millones de familias. Deje que en veces no confían lo suficiente, pero de que se atienen a falta de algo mejor, eso que-ni-que.
Ahora mismo el supremo gobierno habla de la quiebra del sistema de salud. Y uno como que se resiste a creer cuando pareciera que tratase de proteger a la iniciativa privada. Ya ve cómo es que hasta los dipus federales cayeron en la trampa disponiendo que las respectivas recetas sean surtidas por empresarios del ramo.
Aquí bueno será reconocer al congreso local que en singular cónclave lograron un punto de acuerdo a efecto de que Hacienda se abstenga de cobrar impuestos a pensionados. Claro, es solo una buena intención de don Felipe Garza Narváez y sus compas del bicentenario, pero de algo ha de servir en estos tiempos en que las mayorías vagan por la ancha alameda de la incomprensión y el olvido.
Felipe Calderón anuncia lo que podría ser una desgracia nacional, así como anticipando el “se los dije pa’ que después no se digan engañados”.
De manera que la medicina social está en peligro ante el regocijo empresarial que ya ve multiplicadas sus ganancias en esto que significa sabroso regalo en el centenario de la Revolución.
¡Ay, si mi general Zapata viviera!.
2.-Hace unos días falleció el maestro Rigoberto Castillo Mireles. Un auténtico educador que mereció estima y admiración de sus alumnos, entre los que se cuenta el escribidor. Castillo Mireles llegó a Tamaulipas hace muchos años, en pleno apogeo de la Normal “Lauro Aguirre” de la que fue director, aunque tiempo se daba para impartir clases en otras instituciones como la Benemérita o la prepa estatal.
Se especializó en Psicología convirtiendo a su cátedra en predicación constante a favor de generaciones de cuya gratitud existen incontables evidencias. Por ello siempre que desaparece alguien como Castillo Mireles se pierde no solo a un ejemplo de pulcritud moral sino a un ícono de los valores sociales.
Liberal convencido, también deja en la masonería un hueco difícil de llenar. Descanse en paz el maestro de la sonrisa permanente y el consejo siempre a flor de labios.
SUCEDE QUE
Va una perla de Jorge Ábrego Adame, director de Upysset: “ a los ex funcionarios que tienen deudas pendientes los andamos buscando, si los encontramos haremos que firmen un convenio de pago”. El de la voz sugiere a Jorge no se apure tanto, ¿qué tal si los encuentra?. Digo, no le vaya a salir caro el asunto.
¿Qué le pasa al ticher Alejandro Rosales?.
En el inter, varios son los distinguidos académicos e investigadores mencionados como probables secretarios de la próxima administración estatal, sin embargo no olvidéis que el cubículo a veces no se lleva con la función pública. Y es que la realidad tiene perspectivas que no siempre coinciden. En este sentido no basta el prestigio, ni siquiera la fama. ¡Órale!.
Y mire nada más. Los herederos de la Revolución han sido tan honrados, pero tan honrados, que hasta el águila real que coronaba el monumento respectivo en la capital del pais desapareció. ¿qué tal y descansa en algún despacho privado?.
Y como si no fuera tanta desgracia soportar su incapacidad, los victorenses deben sufrir el último arañazo del alcalde Arturo Diez Gutiérrez al incrementar en 15 por ciento el costo del predial. ¡Que ya se vaya por el amor de Dios!.
Y hasta la próxima.
(Comentarios: maxi-avila@hotmail.com)