Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
4 de mayo, 2012
El 12 de mayo de 1994, los mexicanos fuimos testigos del primer debate entre candidatos presidenciales. Los protagonistas fueron Diego Fernández de Ceballos, del PAN; Cuauhtémoc Cárdenas del PRD; y Ernesto Zedillo Ponce de León, del PRI.
Diego Fernández barreo y trapeo a sus contrincantes y al día siguiente escuche decir a un connotado priista: “Ya perdimos”.
El vaticino no se cumplió, por dos razones: Diego Fernández dejo de hacer campaña durante tres semanas, retrocediendo lo que había avanzado durante el debate y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, ocurrido 50 días antes, despertó un sentimiento de solidaridad a favor del PRI. Ernesto Zedillo termino ganando la elección con la más alta votación que un candidato ha obtenido en México, con 17 millones 341 mil 921 votos. Después de esa elección Diego Fernández terminaría ganándose la fama de ser el abogado más rico del país, hasta que una banda de secuestradores se apodero de él y lo dejo menos rico de lo que era.
La votación histórica de Zedillo no la pudo superar Vicente Fox en el 2000, pues se quedó en 15 millones 988 mil 741 votos, suficientes para sacar al PRI de Los Pinos. Fox realizó una campaña atípica que logró despertar al gigante dormido. Muchos mexicanos le festejaron sus balandronadas, desde llevar al país a crecer un 7 por ciento anual, resolver caso Chiapas en 15 minutos, hasta el “hoy, hoy, hoy”, del debate en el 2000, en el que se mofó de sus adversarios, Francisco Labastida del PRI y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD. Fox gano y, su sexenio corroboró que los problemas ancestrales del país, como la corrupción y los rezagos sociales, no son hijos del PRI, sino de los mexicanos en general. Se acabó el mito de que con la alternancia en el poder, automáticamente se acabarían los males del país. Los azules resultaron tan bandidos como los tricolores.
Si en 1994, Diego Fernández gano el debate, pero luego se echo a dormir, en el 2006, Andrés Manuel participó en uno de los dos debates con Felipe Calderón y Roberto Madrazo. No hubo un ganador claro, pero al final a López Obrador lo perdió su belicosidad, empezando con llamar chachalaca al Presidente de la República en turno.
Del debate de este domingo debemos esperar muy poco, cuando los mismos partidos propusieron y decidieron las preguntas. Los candidatos no se sentirán sorprendidos de lo que se les pregunte, pues anticipadamente se les entregó la lista de preguntas posibles.
Es poco probable que este debate influya en el posicionamiento que actualmente tienen los candidatos, Ni Enrique Peña Nieto tendrá una caída espectacular, ni Josefina Vázquez o Andrés Manuel, subirán como la espuma. No esperemos un golpe de timón, porque no lo habrá. Ahora que el debate puede servir en algo a aquellos que aún no deciden a quién le van a dar su voto.
Yo por mi parte, confieso que me provoca admiración la forma en que polemizan los tres principales diablos del país: Diego Fernández, Carlos Salinas y Andrés Manuel López Obrador, pero de ahí a que comparta su visión de país hay mucha diferencia. Ser polemista no basta para gobernar con acierto a un país.