Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
6 de julio, 2012
Concluido ya el cómputo de la elección presidencial hay dos datos interesantes. Al obtener Enrique Peña Nieto 19 millones 219 mil 919 votos supera con un millón 877 mil 998 votos los obtenidos por Ernesto Zedillo Ponce de León en 1998, cuando sacó 17 millones 341 mil 921.
No ha sido Peña Nieto, pues, cualquier candidato.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador supero sus propios números del 2006 cuando sacó 14 millones 756 mil 350 votos y en cambio ahora obtuvo 15 millones 891 mil 107.
Estos 15.8 millones de votos obligan al PRI a buscar consensos para gobernar. No se pueden ignorar ni despreciar estos votos.
Ahora, que López Obrador haya incrementado sus votos, no significa que en el 2018 deba buscar la presidencia de la república. Aunque parezca absurdo lo que vamos a escribir, López Obrador le hizo daño a la izquierda en el reciente proceso.
Todo mundo está convencido, aunque no hay forma de confirmarlo, que si la izquierda se la hubiera jugado con Marcelo Ebrad otra podría haber sido la historia del momento.
Contrario a lo que creen sus simpatizantes, López Obrador más que ganador ha sido perdedor. Perdió las elecciones de Tabasco en 1988 y 1994; perdió la presidencia de la república en el 2006 y el 2012. El podrá alegar que Cuauhtémoc Cárdenas tuvo tres chances, en 1988,1994 y 2000, pero por supuesto que no hay punto de comparación entre uno y otro. Cárdenas mantiene una imagen pulcra, en tanto que la de López Obrador mantiene la de intransigente, intolerante y obsesionado por el poder.
López Obrador tiene que retirarse y dejar su lugar a otros cuadros de la izquierda. Sí, debe seguir trabajando en la izquierda, pero no con un rol protagonista ni menos mesiánico. El día que con humildad asuma su rol de dirigente, en mucho le va a ayudar a la izquierda. Hoy por lo pronto lo mejor que podría hacer es aceptar su derrota e invitar a sus correligionarios a voltear la página y trabajar en el futuro inmediato.
Mientras tanto, la gente del Instituto Federal Electoral sí que ha estado trabajando duro las últimas tres semanas, pero sobre todo en esta.
Si bien es cierto que la jornada electoral del domingo inicio a las ocho horas, al día siguiente, a las 17.00 horas apenas se terminaba de “cantar” los resultados de las actas de escrutinio. Nunca antes esta labor había sido tan larga, pues por lo regular esta tarea concluía en las primeras horas del lunes, entre tres y cuatro de la mañana.
Luego, cuando inició el recuento oficial de los votos, funcionarios, empleados, consejeros ciudadanos y representantes de los partidos trabajaron día y noche para terminar su tarea, desde las ocho horas del miércoles y ayer todavía continuaban en eso.
La sesión nunca se interrumpió y para descansar y comer, los involucrados se turnaban para descansar a ratos en un área habilitada en la parte alta del Centro Cívico.
Fue una tarea pesada, pero asumida con responsabilidad pues, por ejemplo, hubo necesidad de abrir paquetes electorales y contar voto con voto y eso se hizo, aunque los partidos estuvieran de acuerdo con los resultados, pero la ley obligaba a repetir el conteo.